Entrada la noche del lunes la Policía Nacional recibía una llamada desesperada. Al llegar los agentes al piso requerido en la Calle Reino, se encontraban en el descansillo a una mujer de cerca de 67 años sentada en el suelo y con sangre en los brazos y las piernas. «¡Ayúdenme, mi marido, se va a matar…!», acertaba a decir la mujer mientras los policías llamaban a una ambulancia y se aseguraban de que sus heridas no revestían mucha gravedad.

Dentro de la vivienda les esperaba un hombre de 41 años con una navaja en la mano y también con sangre en su cuerpo. En otra de las habitaciones del domicilio hallaban a la víctima, un varón de 71 años, tumbado en el suelo, inconsciente, sobre un gran charco de sangre. «¡He tenido que hacerlo, querían arruinarme la vida!«, repetía el joven a los agentes tras entregar la presunta arma homicida. Según fuentes cercanas al caso, el detenido, que vivía con sus padres, les había llamado para que volviesen del pueblo explicándoles que no se encontraba muy bien.

DORMÍA CON UNA NAVAJA BAJO LA ALMOHADA

El presunto autor de los hechos, que podría padecer algún tipo de trastorno psicológico, tenía según estas mismas fuentes una gran cantidad de botellas de alcohol en su casa, algunas llenas y otras vacías. Los vecinos eran conocedores de la situación pero no pensaban que fuese a llegar a este extremo. «Su madre le decía que fuese a un médico, que tenía un problema, pero él no le hacía caso», explican. El detenido, según las mismas fuentes consultadas por HOY ARAGÓN, dormía con una navaja debajo de la almohada, la misma que pudo utilizar presuntamente para apuñalar a su padre produciéndole la muerte.