Calcula que sucedió entre las 12:30 y la 1:30 de la madrugada. Estaba durmiendo con su pareja cuando algo les sobresalto de forma violenta. «De pronto mi hija pegó un grito desde el cuarto contiguo y nos dimos cuenta de que teníamos encima a dos tipos vestidos de negro con pasamontañas», relata una de las víctimas que prefiere mantener su identidad en el anonimato.

«Inmediatamente trajeron a mi hija y estuvimos los tres en la habitación. En total eran tres, que hablaban en castellano, pero con acento de Europa del este. Uno de ellos llevaba un transmisor en el pecho con el que parecía dar y recibir instrucciones de otro u otros que podrían estar vigilando fuera», continúa su relato.

Entonces comenzaron los golpes en la cabeza, en la cara… «Luego nos separaron; a mí me dijeron que si no les daba el dinero y las joyas iban a dar una paliza a mi marido y a mi que me iban a violar, a mí y a mi hija», recuerda todavía con el miedo en el cuerpo.

«Solo querían dinero y joyas, no querían otra cosa. Les ofrecimos todo lo que teníamos con tal de que se fuesen y nos dejasen en paz», recuerda. Tenían un sobre con dinero y se lo entregaron, pero, explican, no fue suficiente y siguieron golpeándolos y amenazándolos. «Les dimos las joyas que teníamos, e incluso llegué a ofrecerme para acompañarlos al banco a sacar dinero. Dijeron que sí, pero eso no parecía entrar en sus planes», asegura esta víctima del violento robo.

También recuerda que no iban armados. Tan solo uno de ellos llevaba algo en sus manos y era un destornillador. “No les hace falta; solo con la situación y su presencia intimidatoria ya haces y les das lo que te piden”, cuenta.

Entonces vieron una luz roja a través de la ventana. Era la Policía Local de Zuera. que ya había sido avisada por otros vecinos a los que también intentaron robar de la misma manera. «Me dijeron que me vistiera y en ese momento desaparecieron de la habitación. Estuvimos unos 20 minutos esperando hasta que nos dimos cuenta de que se habían ido», sentencia.

En ese momento buscaron sus teléfonos móviles, que no encontraban, y acabaron mandando mensajes a través del ordenador portátil. Su casa se llenó de policía casi al instante y por el momento el asunto está en fase de investigación.

«ESTO SE TIENE QUE SABER»

A partir de ahí, y después de aquellos minutos que resultaron ser eternos para esta familia zaragozana, comenzaron a hacerse preguntas mientras trataban de curarse de sus heridas físicas y psicológicas. «Dicen que no pasa nada, pero si pasa. Esto se tiene que saber para que no vuelva a pasar en otra casa. Vives con miedo, preguntándote por qué a ti. Pierdes la confianza en tu casa, en tu vida, eso es lo que se llevaron, la confianza», afirma con rotundidad.

Según ha podido saber este periódico, los vecinos de las Lomas del Gállego, un núcleo poblacional que pertenece a Zuera, donde sucedieron los hechos, ya han tenido varias reuniones para hacer un frente común ante las autoridades y solicitar más vigilancia y protección.

También, en otras urbanizaciones del perímetro de Zaragoza capital como El Zorongo o Montecanal han avisado a sus vecinos de esta nueva oleada de robos, en especial por su violencia y porque lo hacen estando la familia en casa y amenazándola para llevarse todas las joyas y dinero que tienen. Suelen evitar la tecnología para no ser rastreados.

Mientras, esta familia se recupera de un miedo con el que todavía van a tener que convivir. «Hay un plan para instalar cámaras, pero del que todavía no sabemos nada. Tenemos miedo, pero no podemos quedarnos parados; esto tiene que saberse para que nadie vuelva a vivir lo que vivimos nosotros», se lamenta y reivindica.