«¡Socorro, auxilio, me va a matar!» Es lo que los vecinos de la calle Marcos Zapata explicaban que oían desde su casa a los operadores de la Sala CIMACC del 091. Los agentes de Policía Nacional que se personaron en el lugar vieron como se cerraba la ventana desde donde provenían los gritos de manera brusca.

Entendían que podía haber alguien en peligro; primero vieron a un varón pidiendo auxilio y luego a una mujer. Subiendo por las escaleras hasta el domicilio seguían oyéndose los gritos y golpes y los agentes empezaron a golpear la puerta y llamar con insistencia ante la aparente gravedad de la situación.

Dentro tienen que separar a un grupo que se estaba agrediendo. Uno de ellos decía que mientras estaba en su habitación, alquilada y cerrada con llave, sus compañeros de piso han entrado con una copia de dicha llave empezando a golpearle con la intención de que saliese de la habitación.

Según el testimonio de otros implicados, este hombre tenía atemorizada a una joven, dueña del piso. La chica explicaba a los agentes que días antes había decidido decirle a su inquilino que debía abandonar la habitación ya que su comportamiento no era el correcto y que además había recibido amenazas de muerte de esta persona tales como «Te voy a matar si me echas de esta casa«.

Ésta, viéndose amenazada, llamó a un hermano que llegó al piso con otras dos personas con intención de echar al inquilino supuestamente violento y al que también señalaba otra compañera de piso que vive allí con su hijo y que al oír frases como «Te voy a matar si intentas echarme de este piso» también vivía atemorizada.

La tensión iba creciendo en ese piso con habitaciones compartidas hasta el punto en el que los agentes han tenido que avisar a los violentos mostrando una pistola ‘taser’ ya que la agresividad y gritos aumentaban y los propios policías llegaron a pensar que alguien portaba un arma blanca.

Al final, cinco personas detenidas, el inquilino de esa habitación y presunto compañero de piso agresivo, la presunta amenazada, su hermano y las dos personas que le acompañaron con la intención de desalojar al primero.

TENSIÓN EN LA CONVIVENCIA

En enero de 2022, Zaragoza amanecía con una trágica noticia. En la calle Palencia un hombre de 50 años acababa con la vida de su compañero de piso. Ningún vecino se explicó como pudo suceder al conocer a ambos inquilinos.

Unos meses antes otro hombre acuchillaba a su compañero de piso tras una discusión y más recientemente, en el barrio de Las Fuentes, otra persona era detenida por dar una paliza a un compañero de piso, según declaró él mismo, «sin querer». Según explicó a la Policía Nacional, el agredido llegó a la vivienda borracho y golpeando los muebles de la casa, y pegarle fue su forma de pararlo.

Son historias recientes de personas que comparten piso o habitaciones dentro de una misma vivienda. Casos que terminan en tragedia y otros, como el de hace unos días en Delicias, que gracias a los vecinos y a la Policía Nacional, por suerte, no llegan a más. Un problema de convivencia entre desconocidos que se agrava en ocasiones por las situaciones personales y sociales que hacen del interior de las cuatro paredes auténticas bombas de relojería.