Le quedan pocos días para coger un avión con destino a Alejandreta, una de las ciudades más devastadas por los terremotos, a pesar de encontrarse a 150 kilómetros del epicentro. Las autoridades ya han contabilizado más de 10.000 muertos en esta ciudad del sureste turco.

La ciudad está destruida; allá por donde mires hay edificios que han colapsado y se han venido abajo. Pocos son los que quedan en pie. Aquí, a orillas del mediterráneo, se quedaron incluso sin hospital. «Fue uno de los edificios que cayó con el terremoto», explica Fernando Cavero a HOY ARAGÓN.

Precisamente Fernando va a formar parte de un equipo que va a vivir y trabajar en un hospital de campaña que han levantado para poder atender a pacientes que, al no tener hospital, no sabían a donde ir. Cuando le preguntamos qué cree que se va a encontrar allí se muestra tranquilo. Da la sensación de que a pesar de su juventud tiene las ideas muy claras. «Supone mucho para mi a nivel personal y profesional», insiste.

La vocación de este técnico de enfermería es más que evidente. Desde que fue seleccionado dentro de un proyecto de cooperación y ayuda humanitaria del Ministerio de Asuntos Exteriores no ha parado de preparase. «Estuve en Torrejón formándome porque allí, en realidad, vas a hacer de todo. Desde lo que sabes hacer hasta levantar una tienda de campaña o ayudar con comidas… Cualquier cosa», asegura este sanitario zaragozano.

Va a estar quince días en los que cree que no va a tener ni tiempo para darse cuenta de la gran labor en la que está participando. «Es el hospital que ellos ahora tienen de referencia. Nos cuentan los que están allí que atienden a una media de 300 personas al día y prácticamente sin parar, en turnos de doce y trece horas», dice Cavero.

Unas horas para dormir y volver a trabajar. Ya se ha hecho a la idea; sabe que allí el tiempo marca la diferencia entre la vida y la muerte. «No creo que tenga la posibilidad ni de salir del hospital. Nuestra labor va a ser la de atender a enfermos, a personas que necesitan una medicación o tratamiento. Porque a parte de las secuelas del terremoto hay personas, como en todos los lados, que están enfermas, que necesitan atención sanitaria», explica Fernando.

ANIMADO POR ALGUIEN ESPECIAL

Asegura este joven de 36 años que va a estar muy arropado; que no tiene miedo a enfrentarse a cualquier situación. «Vamos a convivir especialistas de toda España y vamos a poder aprender todos de todos. Todo lo que de allí saque me lo traeré y seguro que me ayuda a ser mejor persona y mejor profesional», admite.

No puede evitar recordar uno de los principales motivos que ha hecho que se decida a emprender este viaje solidario al epicentro del desastre, de la desgracia, donde ya cuentan más de 40.000 muertos y donde todavía queda mucho trabajo por delante. «Iván es quizá la persona por la que al final me decidí a presentarme en este proyecto. Podía tener dudas pero mi pareja me ha dado lo que necesitaba para decidirme finalmente por ir», cuenta Fernando orgulloso.

Al igual que ya lo hiciera un equipo de siete personas de Bomberos de Zaragoza hace unas semanas, Fernando Cavero ha decidido dar el salto, y dedicar los próximos días de su vida a personas que sufren no solo el dolor de una enfermedad, sino el de una pérdida, el de la soledad más absoluta días después del desastre, cuando ya la luz del foco mediático va poco a poco apagándose. «No hay que dejar de ayudar, de estar donde hace falta. Me llevó mucha ilusión y ganas para repartirlas allí. Se trata de intentar hacer todo lo que puedas, ese es mi objetivo», se sincera Fernando.