María José Alcocer tenía 30 años cuando dos pistoleros de ETA mataron a su padre. «Era un hombre bueno, incapaz de hacer daño a nadie y amante de sus amigos y su familia», recuerda con nostalgia. Jesús murió tiroteado en 1984; no era la primera vez que los etarras querían acabar con su vida. Seis años antes lo intentaron hasta en dos ocasiones.

«Estábamos en casa y nos llamaron que habían puesto una bomba en su empresa. Salimos los dos con intención de coger el coche y acudir allí», explica una de las cuatro hijas de este aragonés asesinado con 65 años. «Pero pasó algo; mi padre se equivocó de llave y subió a por las del coche de nuevo. Instantes después estalló el coche en el que debíamos estar los dos dentro. Fue por un error de mi padre con las llaves por lo que nos salvamos», afirma.

Aquel día Jesús se salvó pero también salvó a su hija, María José, que por aquel entonces tenía 24 años. «No fue entonces pero si seis años después; había un ‘chivato’ de ETA en MercaIruña y mi padre iba allí cada mañana. No tenía escapatoria; estaba vendido», se lamenta la hija de Alcocer.

Periodista de profesión, ahora retirada, tuvo que cubrir los intentos de asesinato de su padre así como el crimen en 1984. «Yo pasaba la información a mis compañeros y ellos lo escribían. Ten en cuenta que era muy duro, y yo lo estaba viviendo en primera persona», añade.

El asesinato de Jesús, ex comandante del ejército que se había retirado en 1977 y en el punto de mira de ETA, dejó una familia huérfana de padre, una mujer que sufrió hasta su muerte por el crimen que se cometió contra su marido, y cuatro hijas, Cristina, Maite, Pilar y María José, que no guardan rencor ni odio, pero que no olvidan. «Nunca nadie se puso en contacto con mi familia, pero es cierto que aunque lo hubieran hecho no tendríamos nada de que hablar. Ellos nunca se arrepintieron ni mostraron pena alguna», se sincera María José Alcocer.

En mitad de la entrevista que concede a HOY ARAGÓN desde Pamplona insiste en algo. «No hemos vivido con rencor, ni odio, quiero dejarlo claro. A los nietos de mi padre cuando eran pequeños se les explicó que había muerto por enfermedad. Una vez que ya cumplieron la mayoría de edad les dijimos la verdad», aclara.

«Mi padre siempre quiso minimizar el drama, nunca quiso preocuparnos. Si que es verdad que él y mi madre después de los atentados fallidos de 1978 se fueron un mes a Alicante. Pero no podían vivir lejos de Pamplona, de sus hijas, y volvieron a sabiendas de lo que podía pasar, y que al final sucedió», recuerda María José.

Las cuatro hijas de Jesús Alcocer en Pamplona en la actualidad. De izquierda a derecha, Maite, Pilar, María José y Cristina

«ALGO ES ALGO»

La noticia de última hora de la retirada de los 7 etarras con delitos de sangre de las listas electorales de EH BILDU ha sido recibida por la familia Alcocer como una buena noticia. «Me parece estupendo; algo es algo», explica esta misma mañana María José Alcocer a HOY ARAGÓN.

Se trata de Jose Antonio Torre Altonaga, Asier Uribarri Benito, Lander Maruri Basagoiti, Begoña Uzkudun Etxenagusia, José Ramón Rojo González, Juan Carlos Arriaga Martínez y Agustín Muiños Díaz, que acaban de anunciar que no tomarán posesión de su cargo de concejal si salen elegidos en las elecciones en las próximas elecciones del 28 de marzo.

En esa lista está Juan Carlos Arrinaga, asesino de Jesús Alcocer, y también Agustín Muiños Díaz, ‘Tinin’, uno de los asesinos del aragonés José Antonio Julián Bayano.

Pero todavía hay otros miembros de ETA que, aún sin delitos de sangre, si colaboraron con los que empuñaban las pistolas. Cuando le preguntamos por estas candidaturas de EH BILDU, la formación abertzale afín a la extinta oficialmente desde 2011 banda terrorista ETA, no puede reprimir sus palabras. «Las víctimas no nos merecemos esto. Nos mataron a los nuestros, a mi padre, a quien amábamos con locura, y ahora con esto se ríen de nosotros, la burla más despreciable», asegura María José.

Al despedirse, cuando ya hemos terminado de hablar, no se olvida del valor que tiene acordarse de los que sufrieron a ETA. «Os agradezco mucho que os acordéis de nosotros, de verdad», concluye con sinceridad.