Yassine Kanjaa, el joven de 25 años de origen marroquí que mató en una iglesia de Algeciras a machetazos al sacristán Diego Valencia e hirió de gravedad en otra parroquia al cura de 74 años Antonio Rodríguez, pasara por la Audiencia Nacional.


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La Policía lo considera un ataque yihadista radical. Primero, porque DAESH, grupo terrorista también conocido como Estado Islámico, mandaba mensajes a través de sus redes haciendo un llamamiento para «matar en templos católicos a curas y feligreses cristianos». Lo segundo, por el perfil del atacante.

Ahmeh Salah, fundador de la mezquita del zaragozano barrio de San José, explica a HOY ARAGÓN que hay muchos que se sienten atraídos por «este lavado de cerebro sistemático». «He viajado últimamente por Marruecos y he podido comprobar el avance del radicalismo de las sectas salafistas y otras que son muy afines y representaciones de la rebeldía contra las políticas del gobierno magrebí», asegura Salah.

Salah asegura que Kanjaa, un joven ilegal con orden de expulsión del país desde el pasado mes de agosto, es «una víctima fácil de tales tramas». «Imponer ciertos dictados políticos no entra dentro del sistema religioso. Eso hace, que lo mezclen todo en un mismo cóctel, y el resultado puede ser  catastrófico», advierte este referente islámico en Zaragoza.

Este Imán añade que este radicalismo se ve cada día más en Europa. «Faltando el bigote y dejándose la barba, el cerebro de esa persona ya sufre de una anomalía controvertida de la que nos debemos de cuidar«, en clara referencia a la estética de este fanatismo religioso y radical. «Es como un cáncer que contamina la auténtica esencia de las bondades que se proclaman en el Islam», insiste Salah.

¿Quién dijo que el grupo terrorista DAESH había desaparecido? África se está convirtiendo, para los expertos, en un germen de un problema que va a llegar a Europa y es difícil de controlar. Hace tan solo 15 días, los medios occidentales publicaban, sin darle demasiado eco, la matanza de una decena de personas en una iglesia católica de El Congo. el continente africano es un escenario más propicio para las células terroristas pero Europa lo es para lobos solitarios. Por eso la Policía Nacional vigila muy de cerca estos hechos, a pesar de que, como se ha demostrado en Algeciras, sean difíciles de controlar.

RESPUESTA DE LA COMUNIDAD ISLÁMICA ARAGONESA

Después de los ataques en Algeciras, el presidente de la Comisión Islámica de España, Aiman Adlbi, firmaba un manifiesto de condena. «Mostramos nuestro estupor y conmoción por la abominable acción criminal, asesina y desalmada», reza el texto. Un contenido que también hace hincapié en el ataque injustificado a «religiosos inocentes, a nuestros hermanos y conciudadanos católicos de Algeciras». Así, describen el ataque como un acto con «total desprecio a la vida humana».

Unas palabras que hace suya gran parte de la comunidad islámica aragonesa, que tacha esta acción de contraria a la enseñanzas del Corán y la Sunna. «Es una ofensa contra Dios y los profetas de Dios. Nombran a Diego Valencia, el sacristán fallecido, y a Antonio Rodríguez, cura herido en el ataque», afirman.


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El texto acaba con este frase: «Pedimos a Dios por una vida en paz, y para no caer en la propaganda del odio y la violencia». al mismo tiempo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado investigan si lo de Algeciras podría ser un caso aislado y si existiesen otros grupos o individuos dispuestos a empuñar un machete, un coche, o cualquier tipo de elemento considerado arma. España continúa en nivel de alerta 4 antiterrorista, el penúltimo de los niveles de alerta.