Y esos dos años los cumplió porque el magistrado de Instrucción del caso decidió que debía entrar en prisión provisional a la espera del juicio. Las fechas son claras; en septiembre de 2018 se produce el suceso, en diciembre de 2021 el juicio y en enero de 2022 la sentencia.

Una condena que el acusado acaba de empezar a cumplir hace tan solo un mes en el Centro Penitenciario de Zuera. Son plazos que en ocasiones se alargan debido a los recursos de cesación y otros trámites judiciales. De ahí que, al contrario de lo que podamos pensar una mayoría, no siempre el cumplimiento de condenas comienzan cuando el acusado sale esposado de la sala de vistas tras escuchar el veredicto de un jurado o la sentencia de un juez.

Cumplirá un año menos de lo que pedía la defensa de la víctima, en un juicio en el que la empresa de seguridad privada, representada por las abogadas Marina Ons y Almudena Sonia Gracia, quedó exonerada de cualquier tipo de responsabilidad.

Aquella madrugada de diciembre de 2018, el acusado fue expulsado de la discoteca Supernova tras un comportamiento agresivo y violento. D.Z ya había sido expulsado en otras ocasiones, incluso le denegaron la entrada, algo que incumplió en repetidas ocasiones.

Hasta seis miembros del equipo de seguridad del local de ocio tuvieron que intervenir para sacar al condenado fuera del recinto; lo hicieron con todo tipo de medidas de seguridad para no resultar heridos en el forcejeo. Una vez fuera, se encaró con ellos llegando incluso a agredir a algunos amigos que estaban con él y que trataban de impedir que volviese a entrar.

La víctima se encontraba fuera observando la escena con relativa tranquilidad y en un momento determinado, cuando el acusado se dirigía nuevamente a los responsables de la seguridad exterior del local, se interpuso levantando el brazo con la intención de que desistiera de su intención.

EN COMA Y CON SECUELAS PERMANENTES

A cerca de tres metros de las escaleras de la discoteca, D.Z. la tomó con el joven que intentaba mediar y le propinó al menos dos puñetazos, según se hizo constar en el juicio, dejándolo sangrando en el suelo y huyendo del lugar de los hechos con el grupo de amigos.

Fiscalía y acusación le señalaron por un delito de tentativa de homicidio pero se demostró que no había intencionalidad de matar, y fue condenado por un delito de lesiones graves. El acusado mostro su «total arrepentimiento» entonces y pidió públicamente perdón a la víctima. Por su parte el agredido, de 27 años y que ese día había ido desde su pueblo, Calamocha, a Zaragoza como invitado en una boda, explicó que aquella agresión le había dejado secuelas con las que convivirá el resto de su vida.

Casi 5 años después de aquel suceso el agresor ha vuelto a Zuera para acabar de cumplir los cuatro años de condena que le restan. Será entonces, cuando termine de cumplirla, el momento en el que finalizará, en parte, un proceso largo y tedioso que se ha dilatado, con una pandemia de por medio, y del que años después siguen quedando secuelas.