Manos por la espalda, roces en las piernas, «abrazos cariñosos», tocamiento de pechos, roces injustificados y mucho contacto con las pacientes. Son parte de las declaraciones de sus víctimas, pacientes vulnerables que iban a su consulta para buscar consuelo y que recibían, según recoge el auto del caso, otro tipo de consuelo que a muchas dejó traumatizadas.


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Una de esas mujeres, la primera en su lista, fue Josefa. Esta zaragozana de cerca de 60 años acababa de pasar por un divorcio traumático y doloroso. Era octubre de 2020; Josefa acudía a su ambulatorio por una depresión. «Con la excusa de ayudar se acercó a mi y me acarició el pelo mientras insistía en que estuviese relajada y no me preocupase», así se lo explicó Josefa a su abogado, Alberto Peiró, quien relata los hechos.

Esos escasos minutos de tensión se quedaron grabados en la retina de Josefa, que no daba crédito de lo que le estaba sucediendo. El hecho no quedó ahí. «Después de atusarme el pelo, me manoseo los pechos y me quitó la mascarilla quirúrgica de la boca dándome un beso en la boca», relata Peiró en boca de su cliente, y en primera persona, tal y como lo relató Josefa.

El acusado estaba sustituyendo al médico titular de Josefa y apenas le conocía, pero lo que nunca llegó a imaginar es que se iba a ir llorando de la consulta. «Este señor considero que se sintió impune durante demasiado tiempo. Que sepamos, estuvo presuntamente abusando de sus pacientes desde octubre de 2020 a abril de 2021. Se aprovechó de los duro que fue para muchas la pandemia y del puesto de poder como médico que tenía», relata el abogado de Josefa, Alberto Peiró.

SIN PERDÓN

 Le gustaba, según recoge la información judicial, preguntar a sus pacientes por sus vidas sexuales. Cuanto lo hacían, con qué frecuencia… Josefa solo recuerda sus acercamientos. La tensión vivida en aquella consulta, por la que sigue con tratamiento casi dos años después.

Pedían para él más de 60 años de prisión por presuntamente abusar de 32 pacientes, todas ellas mujeres, que fueron a su consulta en el ambulatorio de Parque Goya 2. También en Ricla tenía alguna denuncia donde supuestamente comenzó a realizar tocamientos y acercamientos sospechosos a sus pacientes femeninas.

Sin embargo, Pedro G. H. negoció y llegó a un acuerdo con 30 de sus presuntas víctimas, a las que va a indemnizar con una media de cerca de 2.000 euros a cada una. Pero dos, una de ellas Josefa, han declinado negociar con su presunto abusador.


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«No reaccionó entonces pero ahora si lo ha hecho. No admitimos la indemnización», sentencia Peiró. Por eso esta semana continuará el juicio contra este médico. Quedan las últimas declaraciones, entre ellas el testimonio de Josefa, que quiere olvidar y pasar página. Algo que ella y su abogado creen que llegará cuando el acusado pague por lo que le hizo. «No hay perdón en el corazón de mi cliente, porque a pesar del tiempo pasado, las heridas que le dejó son profundas», se sincera Peiró.