Iba caminando acelerado, a buen ritmo y con mucha seguridad. Cuando paramos a hablar con él cuenta que el deporte le ayuda a superar los momentos de la vida que está viviendo. «Me ha tocado esta lotería en la vida, es lo que tengo que asumir», repite en varias ocasiones.

Carlos no llega a los setenta pero, a pesar de su buen estado físico, trasmite con su mirada el desgaste de una vida que sigue girando en torno a sus dos hijos. Acaba de salir de la vista por el recurso de apelación que la abogada de su hijo menor, Rubén, ha presentado al juez. Piden que se rebaje su condena de 25 a 10 años. «Esto que estamos viviendo se podría haber evitado si hubiesen tomado las medidas necesarias años antes».

Rubén, dice su padre, padece esquizofrenia desde hace muchos años, cuando apenas era un adolescente. «Siempre ha estado mal, con problemas. Nunca hemos estado tranquilos con él porque podía hacer cualquier cosa», recuerda. Admite que su hijo apenas seguía las pautas de la medicación. En mayo de 2021, un domingo, Rubén asestó 40 puñaladas a su pareja, Katia, dejándola moribunda en su domicilio para luego lanzarse desde el balcón al vacío. Sobrevivió y hoy ya está recuperado de sus secuelas.

«Era una chica muy buena. Pensé durante mucho tiempo que podía ayudar a mi hijo a centrarse y trabajar con su enfermedad», admite Carlos. Reconoce que tenía buena relación con la pareja de su hijo, que era una buena influencia, pero que sabía cual iba a ser el desenlace si a su hijo no lo ingresaban en un centro psiquiátrico.

«Si lo llegan a hacer esa muerte se habría evitado. Rubén nunca ha estado bien; a mi me ha llegado a agredir en varias ocasiones y luego no recuerda absolutamente nada», explica. Tampoco, según este padre, lo que pasó con Katia. «Iba a verle a la cárcel y le preguntaba; él me decía que no recordaba nada. Que tenía algunas lagunas de memoria. Esos momentos de ira los vivía después como si no le hubiesen pasado», añade Carlos.

NUNCA SE METIÓ EN NADA, HASTA QUE PASÓ

 No es el único hijo que tiene Carlos. José Manuel es el mayor. El mismo año que su hermano Rubén acababa con la vida de Katia, él confesaba haber agredido sexualmente a otra mujer, a la que después abandonó según explicó en el juicio, en los montes de Valdespartera.

«Nunca se metió en líos. Digamos que estábamos siempre más pendientes de su hermano, hasta que sucedió aquello», asegura el padre de José Manuel. Un acuerdo entre las partes le condenó a 14 años de cárcel. Actualmente se ha visto beneficiado por la Ley de ‘Solo sí es sí’; así lo ha decidido en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Zaragoza. Por ello cumplirá 4 años menos de prisión. 

Carlos no quiere seguir hablando mucho más. Admite que quiere seguir adelante. No excusa lo que hicieron presuntamente sus hijos pero pide respeto. «Es la vida que tengo que vivir; ya bastante tengo con lo mío», asegura este viudo mientras se despide cortésmente y acaba perdiéndose, a paso acelerado, entre la multitud.