Los más jóvenes no conocerán la palabra bonobús ni habrán tenido nunca una funda de plástico alargada para poder guardarlo sin que se doblara. Pero durante muchos años, este documento fue la forma de pago de los viajes de autobús urbano en Zaragoza. Eran de diferentes colores, alargados y, los más modernos, llevaban  fotos a color de la ciudad. Reflejaban monumentos, parques y espacios verdes, puentes o piezas artísticas, como cuadros o esculturas.


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Tenían diez viajes que se iban sellando en una máquina en el interior del autobús. Estuvieron vigentes durante los 90 y hasta principios del 2000 y, con los años se fueron modernizando las imágenes, aunque todo lo demás siguió igual. 

Ya entonces no era raro coleccionarlos y, según su diseño y color, se guardaban durante un tiempo, incluso gastados. Una tendencia que con el tiempo ha trascendido y ahora son muchas las colecciones de bonobuses zaragozanos que se pueden comprar en páginas web de subastas.

En ‘Todo colección’, por ejemplo, hay a la venta más de 30 lotes con ejemplares de estos documentos, clasificados por colecciones. Entre otras, hay una serie dedicada a parques de Zaragoza, de 1998; otra de cuadros de museos de la ciudad, de 1996; y también se pueden adquirir los 12 ejemplares de bonobús con imágenes de los tapices de La Seo, del año 99. Los más nostálgicos pueden hacerse con estos preciados recuerdos por precios diversos. La colección más cara está a la venta por 52 euros y consta de 69 bonobuses de entre 1995 y 2001. También se pueden comprar sueltos por menos de un euro y la media está entre los 15 y los 20 euros. 

Pero estos documentos no son los más antiguos que se pueden encontrar en este tipo de páginas. Antes de los bonobuses, el autobús se pagaba con billetes pequeños y rectangulares, similares a los tiquets de las máquinas de feria. Por aquel entonces, en los años 60 y 70, el trayecto costaba 2,50 pesetas.

En este regreso al pasado del transporte urbano de Zaragoza hay que recordar que el actual tranvía no es el único que ha recorrido la ciudad. A principios del siglo pasado se inauguró el primer vehículo eléctrico de este tipo (con anterioridad a éste, eran tirados por mulas). El billete costaba por aquel entonces 40 céntimos y también se pueden encontrar ahora en internet, en Ebay, entre otras páginas. 

Este medio de transporte funcionó en Zaragoza hasta mediados de los 70, siendo en 1976 cuando la línea de tranvía de Torrero realizó su último viaje. Por aquel entonces Los Tranvías de Zaragoza pasó a llamarse Transportes Urbanos de Zaragoza S.A. (TUZSA) y durante 30 años se fueron ampliando las líneas de bus. 

Esta evolución en el servicio dejó atrás varias cosas, como los bonobuses y el nombre. En 2002 pasaría a manos de Grupo Avanza (compuesto por TUZSA, junto a otras dos empresas) y en 2005 se implantó el billete-hora, que permitía pagar solo una vez en los trayectos realizados durante 60 minutos. Del cartón se pasó a las tarjetas, ya fueran de abono mensual o anual (con foto del titular incluida), o simplemente recargables, para pagar cada viaje. 

Hasta hace poco, esta era la última modalidad de forma de pago del autobús urbano de Zaragoza pero, en parte acelerado por la pandemia, actualmente el billete se puede llevar en el teléfono móvil. Desde octubre del año pasado, el título de transporte se puede adquirir mediante la aplicación ‘Avanza Zaragoza’. Al subir al autobús el tiquet se valida a través de un código QR, con un lector situado junto a la máquina de validación de tarjetas habituales.


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Sin esperas y sin contacto con dinero en efectivo ni con máquinas expendedoras, esta nueva modalidad es un gran avance en cuanto a usabilidad. Sin embargo, en la era de lo digital nadie piensa en los coleccionistas. Por desgracia para muchos, este tipo de billetes intangibles no se podrán encontrar dentro de unos años en un cajón, en el bolsillo de una chaqueta o en una web de coleccionismo.