El Casino Mercantil de Zaragoza es una joya del modernismo que nada (o poco) tiene que envidiar a la Barcelona de Gaudí. De hecho, este emblemático y desconocido inmueble zaragozano es uno de los siete mejores edificios modernistas de España según la revista de decoración, arquitectura, arte y diseño AD. Por su céntrica situación, muchos habrán pasado por delante de sus puertas cientos de veces, casi a diario, pero ¿cuántos se han parado alguna vez a mirarlo?

Para aquellos que no sepan de qué estamos hablando, el antiguo Casino Mercantil de Zaragoza está en el número 29 del Coso, entre la calle Alfonso y la plaza de España. Justo enfrente queda el Palacio de Sástago y al lado, la tienda Fnac. 

Una vez ubicado, ya no hay excusa para pasar por delante mirando la pantalla del móvil. Merece la pena alzar la vista, aunque sea unos minutos, para contemplar el principal atractivo de este edificio, su fachada. De estilo modernista, está realizada en piedra y la componen la planta baja y tres pisos más, flanqueados por miradores. Destacan sus columnas y toda la decoración elaborada con motivos vegetales, propios del modernismo, que salpica la construcción de arriba abajo. El edificio queda rematado por una terraza con pérgola y un torreón lateral, que rompe la simetría pero otorga personalidad al resultado final. Por estos y otros motivos, el Casino Mercantil de Zaragoza fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2004.

El solar donde se sitúa albergaba, en origen, un palacio del siglo XVI perteneciente a Juan Coloma, secretario de Fernando el Católico, y del que todavía se conservan tres artesonados en el inmueble. Pero la imagen que hoy se puede contemplar de este edificio es obra del arquitecto Francisco Albiñana, quien entre 1912 y 1914 diseñó y construyó una nueva fachada en un estilo modernista tardío. El objetivo de este proyecto era embellecer el edificio, recién adquirido para ser sede del Centro Mercantil, Industrial y Agrícola, y vaya si lo consiguió.

Aunque su principal atractivo y símbolo del modernismo es la fachada, el interior del edificio también conserva elementos propios de esta corriente artística. En sus grandes salones todavía se organizan de forma puntual algunos conciertos, exposiciones y actos. Estos son los únicos momentos en los que se puede acceder y visitar el edificio por dentro. 

En cuanto a sus usos, en el año 1909 la sociedad que representaba al Casino, un grupo de selectos comerciantes y burgueses de la alta sociedad de principios del siglo XX, compró aquel palacio renacentista antiguo para darle un nuevo aire. Al final, las obras se prolongaron durante 30 años, dando como resultado una fachada totalmente distinta y un interior completamente reformado. 

Durante muchos años, sus salones fueron lugar de reunión de artistas, escritores, periodistas y críticos que participaban en tertulias. Era la década de los 20 del siglo pasado y por el Casino Mercantil pasaba lo mejor de lo mejor. Incluso el mismísimo Albert Einstein pisó su suelo. Fue en marzo de 1923, cuando el científico viajó a Zaragoza para dar unas conferencias en el Paraninfo de la Universidad. Después, asistió a un banquete en su honor en el casino. 

La historia más reciente va ligada a la entidad financiera Bantierra (Caja Rural de Aragón), actual propietaria del edificio. Ya en los 2000, el edificio se rehabilitó íntegramente y actualmente es la sede operativa del citado banco.

La belleza y singularidad del Casino Mercantil de Zaragoza ha trascendido más allá de la ciudad que, para ser sinceros, no es muy prolífica en edificios modernistas. Por eso, conservar joyas de este tipo es, si cabe, más importante todavía. En la clasificación de la citada revista de arquitectura, el inmueble se ha puesto a la altura de piezas tan importantes en el panorama nacional como la Casa Batlló de Gaudí (Barcelona) o el Palacio Longoria de Madrid, actual sede de la Sociedad General de Autores (SGAE) y obra de José Grases Riera.