Agustín Gabarre, diácono responsable de las capellanías del tanatorio de Torrero, es consciente de la situación pero considera “inhumano” no poder despedir a los difuntos. Por ello lanza un llamamiento a las familias católicas, y de las otras confesiones de los fallecidos, a que exijan a las funerarias su derecho a poder realizar una sencilla pero necesaria despedida.


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“Ves a tu ser querido por última vez entrando en una complicada situación en el hospital y no vuelves a saber nada hasta que te llaman de la funeraria un mes después de su fallecimiento para entregarte sus cenizas”, algo que puede ocurrir se lamenta.

“No están ofreciendo el servicio correctamente y muchas familias se resignan a no poder despedir a sus fallecidos, aunque sea de una forma muy sencilla”, denuncia este diácono que forma parte de los 25 ministros, entre sacerdotes y diáconos permanentes que trabajan en los tanatorios de Zaragoza capital.

“A partir del estado de alarma nuestra actividad se ha reducido, a pesar del aumento del número de cremaciones e inhumaciones”, explica.

El número de asistentes al velatorio y a las exequias de despedida de los fallecidos se redujo en un primer momento. Actualmente, por normativa sanitaria, sólo pueden permanecer tres personas además del ministro incluyendo el cierre de los velatorios para evitar contagios.

“Entendemos estas medidas tan necesarias, pero el ritual de exequias católicas tiene contemplado rituales de despedida también en estados de gravedad”, asegura este diácono.


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Todos los miércoles celebran una misa a las doce del mediodía en la capilla número tres del tanatorio de Torrero en memoria de todas los difuntos de cada semana. “Se retransmite en directo desde el canal de ‘Facebook’ de la archidiócesis”, explica Gabarre y añade que también van a pie de nicho o a la antesala del crematorio a realizar un responso con la familia del difunto que se lo solicite.

DESPEDIDA ‘ONLINE’

“Fue una de las celebraciones más raras que he oficiado pero, por lo menos, cumplimos con el último deseo de la difunta”, cuenta Gabarre refiriéndose a una despedida cristiana de un difunto que tuvo que celebrar hace tan solo unos días.

“Traían las cenizas de su madre, fallecida en Madrid por Coronavirus, y siendo zaragozana querían que fuese enterrada aquí, en Torrero”, explica.

Llegaron a Zaragoza con un permiso especial para poder dejar sus cenizas y asistir a una sencilla despedida cristiana. “Éramos tres los presentes, a más de un metro unos de otros. Lo curioso también fue que estaban presentes de manera virtual el resto de familiares, que lo hicieron a través de videoconferencia”, explica.


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Cuenta Gabarre que incluso algún nieto que estaba en ese momento en Estados Unidos pudo despedirse de su abuela y dedicarle unas última palabras.

“Lloraron, la recordaron y se despidieron como quisieron hacerlo. Cumplimos con los deseos de la difunta y la familia volvió a Madrid más reconfortada”, reconoce el diácono.