Pasan los años, los precios de la vivienda fluctúan, cambian las tendencias sobre si vivir en el centro o a las afueras, con piscina comunitaria y jardín o en un cuarto piso sin ascensor. Pero hay algo que permanece intacto y ajeno a todo lo que ocurre a nivel inmobiliario en el resto de Zaragoza. Se trata de la Ciudad Jardín, un barrio del distrito zaragozano de Las Delicias donde el tiempo se ha detenido.

Quienes viven en este entramado de calles con casas bajas, a pie llano y con jardín, no tienen nada que envidiar a los habitantes de cualquier pueblo de Aragón. El olor a leña, a flores o a hierba recién cortada recuerda, de forma irremediable, a esas casas que ya prácticamente solo existen en el medio rural. Por eso la Ciudad Jardín es un remanso de paz en pleno casco urbano de Zaragoza y un lujo para vivir. A apenas unos metros de dos vías tan transitadas como son San Juan Bosco y Duquesa Villahermosa, este vecindario es el oasis en medio del tráfico, el calor del asfalto y las prisas de la gran ciudad.

Pero, ¿desde cuándo está ahí la Ciudad Jardín y por qué se llama así? Su origen data del año 1936, cuando fue planteado dentro de un modelo urbano que predominaba en la Europa de finales del siglo XIX. Por aquel entonces, las teorías del socialismo utópico estaban a la orden del día y, dentro de estas, se consideraba que la vivienda era una forma de control social.

Fruto de aquella corriente, en Zaragoza, como en tantas otras urbes, se construyeron barrios de este tipo en las afueras de la ciudad. Como denominador común, estos asentamientos constaban de casitas individuales con un pequeño huerto o jardín, de ahí su nombre. También se plantearon con dotaciones industriales y de servicios para que las viviendas fueran autosuficientes y poder dar solución a la problemática de la vivienda obrera. 

Un remanso de paz en medio de la ciudad / L.Valero

Por su localización, los barrios jardín eran pequeños reductos habitados en medio del campo y el precio de las viviendas eran tan bajo que se las conocía como las casas baratas. Algo que nada tiene que ver con la situación actual. La Ciudad Jardín sigue gozando de las comodidades de una modesta casa con jardín pero a quince minutos andando del centro y sus viviendas ya tienen poco de baratas.

El arquitecto Miguel Ángel Navarro, en cuyo currículum están la Casa Solans o la antigua fábrica de harinas La Imperial, fue el encargado del proyecto. El barrio se extiende entre las calles de Franco y López, la Milagrosa y las avenidas de San Juan Bosco y de Duquesa Villahermosa. En esta área, las 400 viviendas de una y dos alturas rodeadas de zonas verdes que se levantaron entonces se mantienen prácticamente intactas en la actualidad.

Que se conserven así la totalidad de las edificaciones y que el boom inmobiliario no haya afectado a la Ciudad Jardín tiene un motivo, y es que la zona está declarada como Bien de Interés Cultural. Por eso no se ha especulado en la zona, ni se han levantado grandes edificaciones o derruido casas viejas para construir otras más modernas. No obstante, su historia ha estado marcada por varios episodios y las viviendas de la Ciudad Jardín han pasado por varias manos desde que aquellos primeros obreros las ocuparan a precios irrisorios. Con la Guerra Civil, la Falange las confiscó para ser ocupadas por combatientes del bando nacional. Una vez terminada la guerra, se vendieron en una subasta.

Hasta los años 70, la Ciudad Jardín se mantuvo prácticamente aislada, sin nada alrededor. Ahí terminaba Zaragoza. Pero entonces empezaron a construirse edificios en las proximidades y con ello llegaron también más servicios. Actualmente, pese a seguir gozando de esa vida tranquila, en la que los niños corren por las calles y se sale a tomar la fresca a la puerta de casa en las noches de verano, el barrio cuenta con todas las dotaciones necesarias a solo un paso. En las inmediaciones no faltan colegios, supermercados, bares, farmacias, centro de salud, iglesia, piscinas y transporte urbano. ¿Qué más se le puede pedir?