En Aragón hay alrededor de 200 pueblos abandonados, fruto del éxodo rural de mediados del siglo pasado, o por la construcción de embalses. Por suerte, algunos de ellos han salido en los últimos años de su letargo. Ligüerre de Cinca o Morillo de Tou, lo hicieron de la mano de los sindicatos para convertirse en centros de vacaciones. Aineto, Artosilla e Ibort salieron del olvidó gracias a la asociación Artiboraín, tras ser cedidos a esta entidad por el Gobierno de Aragón. Isín, lo hizo por la Fundación Rey Ardid.


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Y la iniciativa privada se ha encargado de la recuperación de pueblos tan icónicos como Lanuza o Jánovas. Porque al margen de la iniciativa pública, y de la actuación de los sindicatos, la iniciativa privada también puede encargarse de recuperar un pueblo. De hecho, según la empresa de valoración inmobiliaria Tinsa, «una persona puede comprar todos los inmuebles que forman parte de un pueblo abandonado exceptuando los bienes públicos, cuya venta está prohibida por ley». Y a lo largo y ancho del país hay numerosos pueblos y aldeas en venta.

RUESTA, EJEMPLO DE RECUPERACIÓN

Ruesta

Las ermitas de Ruesta han sido objeto de rehabilitación / Sebastián Arquitectos

Ahora, el turno de recuperar la vida es para Ruesta, una pequeña aldea de la provincia de Zaragoza que fue abandonado en los años 60 a raíz de la construcción del embalse de Yesa. La construcción de este embalse anegó las tierras de cultivo del valle tras ser expropiadas, y obligó a emigrar a sus habitantes al desaparecer su principal medio de vida. Desde entonces, y pese a la cesión del pueblo al sindicato CGT, el pueblo ha languidecido sin remedio.

En 2017, y por iniciativa de la Confederación Hidrográfica del Ebro y del Gobierno de Aragón, comenzaron una serie de acciones de recuperación tras la elaboración de un Plan Director  de la mano de Sebastián Arquitectos para restaurar el núcleo urbano mediante  las obras de consolidación de la calle del Centro (una vía vital para el pueblo, ya que por allí pasa el Camino de Santiago), y la recuperación de varias ermitas, con trabajos que están siendo desarrollados por Sebastián Arquitectos.

En estos momentos, esta localidad, escenario de la grabación de La Vaquilla en 1985, afronta una recuperación que busca recuperar su esplendor de antaño jugando con su papel de eje vertebrador cultural y social del Camino de Santiago francés. Aún queda mucho por hacer, pero las intervenciones que se han desarrollado hasta ahora encaminadas a luchar contra la despoblación y recuperar el patrimonio han merecido reconocimientos como el prestigioso Premio Hispania Nostra, el García Mercadal o el Trofeo Ricardo Magdalena.

Rehabilitación de Ruesta

El núcleo urbano está siendo consolidado para ser destinado a camping / Sebastián Arquitectos

Además del valor del propio núcleo por haber conservado casi inalterado su trazado histórico, destacan los restos de la muralla, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, o las ermitas románicas de Santiago y San Juan Bautista, esta última ya junto al pantano, en el emplazamiento del antiguo monasterio cluniacense de San Juan de Maltray, fundado por el navarro Sancho Garcés I tras la conquista de castillo musulmán de Ruesta. La localidad cuenta también con un importantísimo conjunto de patrimonio menor compuesto por fuentes, puentes, y construcciones agrarias.

A través del plan de Sebastián Arquitectos, (un estudio de arquitectura que también es famoso por diseñar decoraciones de Navidad como las Estrellas Rotas de Independencia) se ha analizado la situación actual y se han establecido posibles usos adaptados a las necesidades que presenta, tanto actuales, como futuras. Entre las iniciativas, se ha propuesto crear un camping entre las ruinas desescombradas y consolidadas, dentro de un modelo de gestionar el turismo nómada que pasa por este rincón de la provincia de Zaragoza a la par que se trata de respetar el valor de las ruinas mediante nuevos usos.

Así, algunas de las casas en la calle del Centro se han habilitado como espacios para acampar, situados cerca del Albergue de Peregrinos. En la recuperación de los restos, además de garantizar la seguridad consolidando las casas mediante una estrategia de vaciado de escombro, drenaje del interior y refuerzo de los muros, se ha liberado un nuevo espacio a cielo abierto que permite nuevos usos.


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Además, también está la intención de recuperar visualmente los restos, recuperando la imagen de las estructuras de las ventanas, o las barandillas. Sergio Sebastián, de Sebastián Arquitectos, explica a HOY ARAGÓN que «no tiene sentido restaurar todos los edificios pensando que van a volver a estar habitados, pero sí que es importante consolidar las construcciones para crear espacios seguros en los que se pueda acampar».