La historia del barrio zaragozano de Las Fuentes siempre ha estado ligada a la agricultura. De hecho, su nombre se debe a la cantidad de afluentes y acequias que había antiguamente entre los ríos Ebro y Huerva. Fue la proximidad a estos y la fertilidad de sus tierras la que propició que, a su alrededor, se plantara una de las huertas más importantes de Zaragoza. Una huerta que, con el tiempo, se ha ido deteriorando y que sus vecinos tratan de recuperar desde hace años. Este anhelo común es el que une al barrio en sus reivindicaciones, encabezadas por la Asociación Vecinal. 


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En la actualidad, el distrito de Las Fuentes está compuesto, además de por el barrio del mismo nombre, de otros como Montemolín (también llamado Bajo Aragón) o el entorno del Pabellón Príncipe Felipe. En el plano, se extiende hasta el barrio de La Cartuja y sus fronteras quedan delimitadas, como en sus orígenes, por los ríos Ebro y Huerva, así como por la calle de Miguel Servet y la circunvalación ferroviaria.

Aunque lo que más ha representado durante los años a este barrio ha sido una huerta cuyos cultivos han abastecido a los zaragozanos, Las Fuentes también tiene un pasado urbano. Uno de los grandes hitos fue la construcción, en 1885, del Matadero Municipal, tras lo que surgieron varias casas, las primeras del barrio, alrededor de él. Poco después, se inauguró la Estación de Ferrocarril de Utrillas, actualmente convertida en un centro comercial en la plaza del mismo nombre.

Fue esta época, entre finales del siglo XIX  y principios del XX, cuando Las Fuentes vivió sus años dorados. En sus calles, la de Miguel Servet, principalmente, se construyeron varios edificios emblemáticos que hoy en día forman parte del patrimonio de la ciudad. Es el caso del Palacio Larrinaga, actual archivo documental de Ibercaja; del antiguo matadero, construido para la Exposición Aragonesa de 1886; o la fábrica Giesa, actual Schindler.

Pero el gran asentamiento de la población en este barrio llegaría a mediados del siglo XX. Entre las décadas de los 60 y 70 fue cuando se construyeron más de la mitad de sus viviendas. Este crecimiento estuvo motivado por la llegada de numerosos emigrantes del Bajo Aragón, que todavía hoy tienen su residencia en estas calles, por su proximidad a la salida de la ciudad por la carretera de Alcañiz.

Su entramado de calles combina casas bajas con otros bloques más modernos y de mayor altura, las vías son estrechas y se ramifican desde las principales avenidas, como son Miguel Servet o Salvador Minguijón. Con los años se han ido incorporando más servicios y zonas verdes, como el Parque Torre Ramona, que al principio no existían. 

Lo que siempre ha estado ahí, aunque no siempre como a los vecinos les gustaría, es la huerta. Tiene más de 330 hectáreas de superficie, la mayoría empleadas para el cultivo de alfalfa,  la mayoría de su suelo productivo se dedica ahora a la alfalfa por la gran demanda de los países árabes. Pero desde la Asociación Vecinal de Las Fuentes, entre otros colectivos, piden que se recupere su huerta al estilo tradicional, convirtiéndola de nuevo en un espacio que fomente el consumo de productos de cercanía y, en general, la sostenibilidad. 

La principal motivación de los defensores de este proyecto es evitar el progresivo deterioro y posible desaparición de su huerta. Por el momento, ya han visto cómo los tomates fueron sustituidos por alfalfa por una cuestión económica. También han sido testigos de la compra especulativa de algunos terrenos para una posible expansión urbanística de Zaragoza por esa zona. 


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“Cuando miramos a la huerta, con nuestra mirada de 2025, vemos hortalizas y verduras, vemos un centro de interpretación, vemos una lonja de venta directa, vemos un servicio de alquiler de bici para recorrer los senderos y de paso hacer la compra”, expresan desde la Asociación Vecinal Las Fuentes.

Por el momento, la entidad mantiene la esperanza y sigue defendiendo la creación del gran parque agrícola que incluía el Plan Director de la Infraestructura Verde de Zaragoza elaborado en 2017.