Esta misma semana la planta de Stellantis en Figueruelas retoma la producción en sus cadenas de montaje, en las que operan en torno a 5.500 trabajadores. Y, con ella, toda la industria auxiliar del sector. Sin embargo, los problemas de suministros provocados por la pandemia siguen sin solucionarse y podrían suponer de nuevo paros forzosos.

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La situación logística, especialmente con las importaciones procedentes de China, continúa siendo un quebradero de cabeza para las compañías y la industria de la automoción está afectada de lleno. Por un lado está la producción de semiconductores, que según los expertos de DB Schenker Iberia se van a recuperar progresivamente, pero el problema a más largo plazo será el transporte.

Como explicaba recientemente Jesús Cuéllar, especialista de dicha compañía, en una jornada organizada por Aragón Exterior (AREX), la Organización Mundial del Comercio prevé que la capacidad de transporte marítimo va a tardar «unos años» en adaptarse, debido a la necesidad de fabricar buques y contenedores debido a la explosión de demanda tras la pandemia.

COSTES ENERGÉTICOS

Esta situación provoca que los precios estén absolutamente desorbitados. A ello se suma la nueva regulación energética, que va a suponer en la mayor parte de las empresas del sector unos costes extra.

Como ya delantaba HOY ARAGÓN hace unas semanas, las nuevas tarifas energéticas afectarán más a las pymes que a las grandes compañías, que en muchos casos deberán modificar sus horarios de producción con el fin de adaptarse a los periodos de consumo que les resulten más beneficiosos.

El problema principal, como explicaban desde la compañía consultora energética Switching Consulting (SwC), es que la nueva estructura tarifaria resta flexibilidad a las empresas. Las únicas beneficiadas, explicaban los expertos, serán las que realicen su principal consumo energético los fines de semana. En los demás casos, dado que el precio del consumo se ha elevado, tendrán que hacer frente a mayores costes.