«Hicimos lo que mejor sabemos hacer», señalaba el presidente de Caja Rural de Aragón, Luis Olivera en el momento de presentar las cuentas correspondientes a 2020. En un año marcado por la pandemia, la entidad redujo su beneficio neto un 24% respecto a 2019, hasta los 3,2 millones de euros.

No obstante, no todo han sido malas noticias: Caja Rural de Aragón ha descartado ajustes en la plantilla. Asimismo, desde la entidad apuntan que se encuentran en una situación de «holgada liquidez». La ratio de solvencia se ha incrementado hasta el 16,74%, es decir, 424 puntos por encima de lo que exige el Banco de España.

Los depósitos de la clientela ascendieron a más de 3.800 millones de euros a final de ejercicio, con un crecimiento del 7,5% con respecto al año anterior. El volumen gestionado de recursos tomados de clientes se incrementó un 5,7% hasta superar los 5.000 millones de euros. La morosidad se mantuvo en el 6,5%, a pesar de la coyuntura económica nacional y mundial, con un ratio de cobertura superior al 72%.

260.000 CLIENTES

Caja Rural de Aragón contó al finalizar el ejercicio 2020 con más de 116.000 socios y prácticamente 260.000 clientes en Aragón, La Rioja y la provincia de Lleida, gestionados por un equipo de más de 700 personas desde 221 oficinas. Durante 2020 la entidad aragonesa continuó potenciando sus valores como cooperativa de crédito, subrayando la cercanía y proximidad, junto con la permanencia física en áreas que sufren la despoblación.

El pasado año la entidad contribuyó a paliar los efectos generados por la pandemia reactivando la economía con la concesión de 13.100 operaciones de préstamo y crédito, con un volumen superior a los 800 millones de euros, un 36% más que el año anterior. Casi el 40% se destinaron al sector agroalimentario, el segmento tradicional de actuación de Caja Rural de Aragón.