Este mes se han cumplido 42 años desde que Bill Gates y Paul Allen fundaran Microsoft en un garaje. Los profesores Acemoglu y Robinson (Por qué fracasan los países, Deusto, 2012) concluyen que el entorno institucional es clave del desarrollo. Y explican que el sistema escolar estadounidense permitió que Bill Gates -y otros como él- adquirieran un conjunto de habilidades con las que complementar sus talentos y que sus instituciones económicas facilitaron la financiación y creación de empresas.

También la flexibilidad del mercado laboral favoreció la contratación de personal cualificado y el entorno del mercado relativamente competitivo posibilitó que ampliaran sus empresas y comercializaran sus productos.

En definitiva confiaban y no se preocupaban por la seguridad de sus derechos de propiedad y las instituciones políticas garantizaban la estabilidad y la continuidad de su negocio. A parte de todo eso, claro está, su programación era la bomba.

Ahora imaginemos cómo le habría ido a un imaginado homólogo español, quien tras ingeniar un producto igual de rompedor que el MS-DOS, intentase comercializarlo en un garaje de Zaragoza. Una vez tuviera clara la forma societaria entre toda la maraña existente tendría que elegir un nombre, inscribirlo en el Registro Mercantil, abrir una cuenta, depositar el capital inicial mínimo, constituir la sociedad ante notario, solicitar el alta censal y el NIF provisional en Hacienda, pedir la licencia de apertura e inicio de actividad en el ayuntamiento…

Nuestro emprendedor cree tenerlo todo pero le falta legalizar el libro de actas y el libro de socios, recoger la escritura del registro y volver a Hacienda a solicitar el NIF definitivo y a dar de alta la sociedad en el Impuesto de Sociedades, ir al Registro Mercantil para la inscripción definitiva, formalizar ante notario los apoderamientos, depositar –su arrendatario- la fianza del alquiler del local, el alta en el censo de empresarios, el Impuesto de actividades económicas, las escrituras de apoderamiento, etc, etc.

Tenaz, como buen aragonés, consigue superar todos los trámites y, gracias a su buen producto, como hiciera Bill Gates con Steve Palmer, quiere contratar a alguien que lleve la empresa para dedicarse a lo que él sabe, programar. Así continuará su periplo de ventanillas para inscribir su empresa en la Tesorería General de la Seguridad Social, solicitar un código cuenta de cotización, comunicar la apertura del centro de trabajo a la inspección, obtener el libro de visitas… Para cuando nuestro paisano lo consigue todo, Bill Gates ya ha sacado Windows 33 y Apple va por el Iphone12.

«Para cuando nuestro paisano lo consigue todo, Bill Gates ya ha sacado Windows 33 y Apple va por el Iphone12»

Y es que según el Informe Doing Business 2017 del Banco Mundial, que compara la facilidad para hacer negocios de 190 países, España ocupa el lugar 85 en el epígrafe “Apertura de negocio” que mide los procedimientos, el tiempo y el coste de emprender un negocio.

En dicho informe se exponen datos como que más de la mitad de los países estudiados no tiene obligación de depositar un capital mínimo o que en Nueva Zelanda abrir un negocio se reduce a una mañana y 150 dólares y en Canadá un solo trámite, 200 dólares y cinco días de espera; mientras, en España puede llevarle 13 días y costar unos 1.000 dólares. También dentro de España hay clases, y los zaragozanos o los vigueses son los que peor lo tienen de las 19 grandes ciudades analizadas por el Informe.

Hoy, Bill Gates da empleo a 120.000 personas; nuestro emprendedor usa Windows y estudia oposiciones.