Ciudadanos llegó a la política española para ser el principal valedor de la regeneración democrática y está al borde de su defunción siendo un partido con los peores vicios de aquello que criticaban. Decía ser una formación que apostaba por las primarias abiertas para elegir a sus candidatos pero ha llegado a amordazar a la militancia para elegir a dedo a candidatos criticados y sin ningún apoyo entre los militantes. Esta es la realidad de lo que está sucediendo en Ciudadanos Aragón en los últimos días.

El nombramiento a dedo y sin contar con la militancia de José Ramón González Barriga como candidato a la alcaldía de Zaragoza y la previsible elección directa sin primarias de Daniel Pérez Calvo, actual portavoz en las Cortes, como candidato al Gobierno aragonés está provocando el hartazgo de la gran mayoría de los militantes de Ciudadanos. Esta crítica todavía tiene más ahínco porque el nombramiento de candidatos sin primarias se hace vulnerando los Estatutos del partido.

El ya candidato de Ciudadanos a la alcaldía de Zaragoza es un desconocido que sólo cuenta con el apoyo de Pérez Calvo y su círculo más cercano. Sin experiencia en la vida municipal y con un pobre recorrido en los procesos de primarias que ha tenido Ciudadanos desde 2014, donde siempre que pudo intentó salir elegido, su nombramiento se debe exclusivamente a que cuenta con el aval de Pérez Calvo. De hecho, ningún concejal de los seis que tiene actualmente Ciudadanos en el Ayuntamiento de Zaragoza en el gobierno aprueba este nombramiento y está poniendo el grito en el cielo por las formas autoritarias del portavoz Pérez Calvo y su entorno con el proceso de primarias.

Además, en el caso de González Barriga, se da la circunstancia de que ha sido denunciado públicamente ante el partido por acumulación de cargos. El ahora candidato está en varios órganos de Ciudadanos, en la Corporación de Radio y Televisión de Aragón como miembro del partido y cobra del grupo parlamentario como asesor.

Sin embargo, la clave en este proceso de selección de candidatos tiene como principal responsable a la dirección nacional que lidera la recién elegida presidenta de Ciudadanos, Patricia Guasp. El nombramiento sin primarias de González Barriga y el previsible de Pérez Calvo cuenta con el aval de la dirección nacional. Es más, la dirección de Ciudadanos ya está fulminando de puestos orgánicos a los dirigentes más críticos, como ha hecho con Sara Fernández, vicealcaldesa de Zaragoza, y el concejal zaragozano Víctor Serrano, en el Comité Autonómico de Ciudadanos Aragón. En el día de ayer se conoció que Ciudadanos ha cesado a estos dos dirigentes del máximo órgano de decisión en Aragón.

En este sentido, el centro de todas las críticas es hacia el portavoz autonómico Pérez Calvo. A nadie se le escapa en Ciudadanos que si Daniel Pérez Calvo es candidato al gobierno de Aragón es por su afinidad y buena relación con el coordinador nacional Pérez Nievas; este último fue nombrado responsable de Organización durante los últimos meses de Inés Arrimadas y donde Pérez Calvo que ejercía de número 4 de Ciudadanos fue su principal valedor.

La situación por no celebrar primarias a la alcaldía de Zaragoza y al gobierno de Aragón es tan crítica que aviva aún más que los militantes que todavía tiene comiencen a dejar el partido; o que otros dirigentes sopesen la idea de cambiar a otra formación política, como Víctor Serrano, Carmen Herrarte o Sara Fernández, al PP de Jorge Azcón.

Al margen de la decisión personal de estos cargos de Ciudadanos por virar a otro proyecto, la deriva que está emprendiendo el partido en Aragón y las formas poco constructivas y autoritarias de Pérez Calvo para imponerse como único líder provoca que estos dirigentes vayan ganando en razón cuando rechazan del proyecto de Ciudadanos y apuesten por migrar a la formación popular de Jorge Azcón.

La pregunta es clara: ¿qué hay en Ciudadanos de lo que se prometió cuando se afiliaron? La verdad es que poco o nada. Sólo un grupo de militantes que tienen secuestrado el partido en Aragón con intereses compartidos por mantenerse en el poder a costa de lo que haga falta: saltándose las primarias, los Estatutos y dejando a la militancia de lado. Todo por intentar llegar al 3% mínimo de votos que permiten obtener un diputado en las Cortes de Aragón y atornillarse en el poder mediante un posible acuerdo con el PSOE de Javier Lambán si la suma parlamentaria da el poder a la izquierda.