Si se acuerdan ustedes, hace algo más de un mes hablamos de que en Aragón habíamos conseguido una “falsa” nueva normalidad, y que lejos de conseguir doblar la curva, lo que se había conseguido era estabilizarla a unos niveles aceptables. Ya anticipamos que esta falsa nueva normalidad acabaría antes de lo esperado si no actuábamos con responsabilidad.


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Pues bien, apenas diez días después del puente del doce de octubre y de la “no celebración” de los “no-pilares”, las ciudades de Zaragoza, Huesca y Teruel están confinadas, de manera que nadie puede entrar ni salir sin causa justificada. Este hecho se preveía, sabíamos que no llegaríamos al puente de todos los santos porque habría un repunte de casos derivados del puente del Pilar que obligarían a tomar medidas, como así ha sido.

Pero permítanme que les ponga por un momento en situación. El día 9 de octubre fallecieron en España 241 personas por COVID. El día 13, 80. El 14 fallecieron 209 personas, el 15 fueron 140. El 16 fueron 222. El día 20 fueron 218 y ayer mismo fueron 218. Para entendernos: es como si todos los días se estrellara un avión en España. ¿Es para preocuparse o no?

Cualquier gobierno normal de un país normal en el que se estrellara un avión cada día procedería inmediatamente a cerrar los aeropuertos, impedir volar y abrir una investigación para averiguar qué está pasando.

«Para entendernos: es como si todos los días se estrellara un avión en España. ¿Es para preocuparse o no?»

Esa medida la entenderíamos todos, ¿no creen? Entenderíamos el enfado de las aerolíneas, pero se justificaría por un bien superior: proteger la vida de los ciudadanos. Pero España es diferente, ¡vaya si lo es!

Aquí, algunos políticos hablan de proteger la Navidad, de que no se pueden permitir más pérdidas económicas, otros están más pendientes de lo que hace o no hace el Rey o dan largos discursos hablando del pasado de España. Como si el Rey, Don Pelayo o Santa Claus tuvieran algo que ver en esta catástrofe. Una clara irresponsabilidad que no está quedando impune en el extranjero. ¿qué esperaban, que nos felicitasen?

Estas actitudes nada ejemplarizantes en nuestros políticos, tiene su reflejo en la calle. Seguimos viendo gente, demasiada gente, que se salta continuamente las recomendaciones de salud pública: grupos de gente celebrando fiestas, corrillos en las puertas de los centros comerciales sin mascarilla, hablando entre ellos a gritos como solo los españoles sabemos hacer (que por algo somos famosos en el extranjero) e incluso médicos que se enojan porque de un día para otro le cancelan la celebración de su boda con nada menos que 150 invitados.

Otra costumbre, como la de hablar a gritos, muy española, por cierto. Como si no pudiésemos casarnos en la intimidad y haya que celebrar cada boda, cada bautizo o cada comunión como ni no hubiese un mañana.

Como si ante un viernes o un sábado, nos saltara un resorte en nuestras posaderas que nos obligase sí o sí a salir con los amigos (obviamente cuantos más mejor, que hay más risas) a celebrar que es fin de semana. Como si ante un puente haya que coger obligatoriamente el coche y plantarse en el Pirineo o en la playa.

Por cierto, mientras escribo esto, leo que en Jaca ayer hubo 30 nuevos casos. Creo que no hace falta explicar cuándo se originaron esos casos y de dónde procedieron, ¿no? ¿Vieron cómo estaba el valle de Tena en el puente?


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Siguiendo el símil aeronáutico, es como si viendo que todos los días se estrella un avión, la gente siguiera yendo a los aeropuertos a preguntar por el siguiente vuelo, siguiera yéndose de vacaciones a lugares exóticos pensando que no va a pasar nada o haciendo reservas para volar el siguiente fin de semana. Luego nos quejaremos de que cancelan los vuelos, ¿de verdad les sorprende?

Que gran parte de nuestra clase política desprecie el hecho de que cada día fallecen en nuestro país cientos de personas y estén más preocupados de que su perfil destaque más que el del vecino (o vecina) o pensando en no arruinar negocios es cuando menos ruin.

Ya va siendo hora de que algunos entiendan que para salvar negocios primero hay que salvar la vida. Mientras haya muertos encima de la mesa, no habrá relato que explique la inoperancia o que se esté mas preocupado de la república o del barómetro del CIS.

Pero lo que realmente me preocupa es que gran parte de nosotros como ciudadanos, hayamos normalizado tener unos cientos de muertos cada día y prefiramos una copa el sábado, una tapa el domingo o un fin de semana en Jaca.

«Mientras haya muertos encima de la mesa, no habrá relato que explique la inoperancia o que se esté mas preocupado de la república o del CIS»

Podemos alzar la voz exigiendo que se tomen las mismas medidas para todos, que se evalúe la gestión de la crisis, que se tomen las medidas que sean necesarias para que dejen de estrellarse aviones cada día.


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Pero más vale que empecemos cada uno de nosotros a tomarnos las cosas en serio en nuestras casas o la cuesta de enero será la curva de enero. Eso sí, habremos salvado las cenas de empresa, cenado con absolutamente todos nuestros familiares, celebrado la nochevieja con todos nuestros amigos y esperado durante interminables colas para entregar nuestra carta a los Reyes Magos.

De momento, estamos confinados en nuestras ciudades. Habrá que ver cómo evolucionan los casos y los contagios para ver si esto es suficiente o hay que ser más estrictos. En nuestra mano está.