A falta de cuatro meses, nuestros políticos ya solo piensan, hacen, hablan o callan con la mente en el 28 de mayo. Nada de distracciones. De gestionar sus ocurrencias pasadas ya se encargarán los funcionarios que, al tran tran, seguirán aplicando sus buenas y malas decisiones y preguntando desde la ventanilla ‘¿tiene usted cita?’, que es la versión pospandémica del ‘vuelva usted mañana’.

Mientras tanto, lo que toca ahora es formar el equipo, hay que decidir quién aparecerá en los carteles e ir cerrando la lista de candidatos. Es el momento de los fichajes, los codazos y las despedidas. De guerrear entre los nuestros antes de guerrear con los otros. Y para codazos los del PAR: hace año y medio les contaba el cuento de Alí Agá y los 40 empujones, en el que me quedé corto. Capaces de pactar con todos con tal de sobrevivir, no consiguen pactar entre ellos antes de morir. 

Ahora, la herencia de votos y candidatos de los aragonesistas parece que se la repartirán, como buenos hermanos, PSOE, PP y el tardano Aragón Existe, que pretende hacer lo mismo que el PAR: ser el clavico del abanico, que decía Biel. 

Otra herencia menos repartida va a ser la que deje Ciudadanos, cuyos votos parecen irse al PP y a VOX aunque sus candidatos, que figuran entre los posibles fichajes de invierno, solo rondan al PP, como Sara Fernández o Víctor Serrano, que tenía billete de ida y vuelta. Mientras tanto, Chunta y Podemos siguen en proceso de escucha sin saber si suman o restan.