La actual situación sanitaria acumula en sus cifras algo más que números. Detrás de cada número, que se publica en las actualizaciones del Gobierno de España, hay padres, hijos, esposas, hermanos, etc. Cada uno de ellos tenía sus ilusiones y sus esperanzas puestas en grandes y/o pequeños proyectos, pero un virus lo ha cambiado todo.


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Los cambios que han provocado el COVID-19 afectan a todas las economías, tanto familiares como empresariales, con miles de negocios cerrados, la movilidad restringida y el miedo al contagio, las empresas y las familias tienen que poner encima de la mesa un plan. Un plan que revalúe lo proyectado antes del 14 de marzo y lo que proyectaremos después del 14 de marzo.

La clase política española, aragonesa y local tienen la obligación de hacer ese plan. Un plan donde todo lo proyectado se revalúe, porque cuando despertemos de esta pesadilla, veremos que no es una pesadilla y que las persianas que cerraron, ya no volverán abrir. Los recursos con los que se contaban, ya no estarán y las prioridades que teníamos, habrán cambiado.

El alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, ha anunciado con acierto su intención de aparcar la remodelación de la ‘nueva Romareda’, un sueño colectivo y necesario que ahora ha dejado de ser una prioridad porque lo imprescindible es la recuperación económica.

En la misma línea se ha reivindicado el presidente de Aragón, Javier Lambán, con la intención de reorientar el presupuesto autonómico a las necesidades prioritarias de la comunidad para afrontar la crisis sanitaria y económica.

La gestión política debe alejarse de los proyectos partidistas o ideológicos para hacer virar las partidas presupuestarias hacia la recuperación. Y todo ello debe ir de la mano de la gestión bien intencionada del Ministerio de Hacienda para dotar de liquidez a las comunidades autónomas que están afrontando gastos ingentes en la crisis, principalmente en materia sanitaria.


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La diligencia del Ministerio de Hacienda debe ser inmediata, tal y como aseguró la ministra María Jesús Montero hace más de un mes, en la última reunión con los consejeros de Hacienda regionales, donde prometió diálogo que ha sido inexistente.

Es momento de concentrar todos los recursos de las administraciones en el día de la vuelta, en ayudar al pequeño comercio, a los hosteleros,  las autónomos, a las empresas culturales, a todos que  sostienen la ciudades,  a todos que generan con su esfuerzo, bienestar y riqueza. Virar el timón para salir lo antes posible de esta tormenta.