Enfilamos el último curso político de esta corporación mirando a las elecciones municipales de 2019, y eso se nota en el ayuntamiento. Los fuegos artificiales que ponen fin a las fiestas del Pilar parece que además fueron el pistoletazo de salida para la precampaña de algunos partidos, a tenor de lo que hemos vivido en los plenos de octubre.

Lejos han quedado estos meses pasados en los que los cuatro partidos de la oposición nos unimos para defender la democracia en las sociedades municipales que el gobierno de Zaragoza en Común con el alcalde Santisteve a la cabeza nos arrebató por decreto.

Ahora en el salón de plenos volvemos a contemplar cómo el viejo bipartidismo vuelve a tirarse los trastos a la cabeza, de derecha a izquierda y viceversa, con sus argumentos de siempre, los del «y tú más».

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Y mientras, el gobierno de Zaragoza en Común, ha caído en la cuenta de los pocos meses que quedan para las elecciones, y en lugar de aprovecharlos para dar forma y salida a proyectos tangibles para la ciudad, se ha enzarzado en una lucha interna entre los diferentes partidos que componen la coalición para ver quién va de cabeza de lista electoral en 2019.

Quedan siete meses para esas elecciones, y créanme que en siete meses se pueden hacer muchas cosas por Zaragoza. Y cuando cualquier ciudadano piensa en la suciedad de las calles, en los parques y jardines sin árboles, en las aceras impracticables o en la frecuencia de los autobuses, Zaragoza en Común se limita a proponer municipalizar servicios o a comerse recibos del ICA. 

En 2015 nos eligieron para trabajar durante cuatro años por nuestra ciudad, y nuestra obligación es hacerlo hasta el último día con la misma dedicación. Es lamentable que se dé este mandato por agotado, que ahora primen los intereses electorales cuando queda tanto por hacer.