La huelga del autobús de Zaragoza lleva más de 500 días fastidiando (o algún palabro más explícito) a la gran mayoría de la ciudad: largas esperas a pleno sol, frío, granizo o lluvia, paros convocados y suspendidos de un día para otro o retrasos del autobús en horas críticas que termina en que el currito llega tarde al trabajo. Y la bronca del jefe, después. La realidad se ve en cada parada: la gente está harta y no entiende que no haya un acuerdo entre la empresa y los trabajadores. 


Publicidad



Publicidad


Lo que sucede, y qué pocos saben, es que este no es un conflicto laboral al uso como puede ocurrir en otra empresa. Aquí ni hay EREs, ni hay recorte de derechos laborales, ni se prevé una deslocalización de la compañía, ni nada por el estilo. La compañía Avanza da un servicio a la ciudad mediante un contrato millonario con el Ayuntamiento que se paga cada año religiosamente y sus 1.200 trabajadores deben ofrecer su trabajo diario a los usuarios. Hasta ahí, queda claro. Y si no hay una conflictividad laboral ni inestabilidad, ¿qué está pasando? Pues es sencillo y fácil de decir: los trabajadores del autobús están usando su poder de parar la ciudad y secuestrando a los usuarios para negociar un convenio con la empresa que está muy (pero que muy) encima de lo que está recogido en el sector.

Vamos a los números, para que lo entiendan. El salario medio, con una antigüedad media, de un conductor, que es ese amable señor que siempre le dice los ‘buenos días’, es de 35.000 euros brutos anuales. ¿No está mal, no? Pues bien, con las exigencias que plantean los trabajadores, mediante el Comité de empresa, se pondrían en un sueldo anual de 40.500 euros brutos. Vamos, subirse el sueldo 460 euros brutos al mes. Y junto a ello, en este convenio que se está negociando, tendrían más garantías sociales, laborales, de organización e incluso un plan de igualdad. Por cierto, a esto hay que sumarle los 45 días de vacaciones anuales que tienen para disfrutar.

Y tú, que lees este artículo, piensas: ¿hay unos trabajadores parando y condicionando el día a día de la ciudad desde hace 500 días por negarse a cobrar 40.500 euros mientras yo no llego a final de mes y la subida de la inflación me está jodiendo cada vez más? Sí, así es. Es lo que llevan haciendo los trabajadores, a través de su siempre disciplinado Comité de empresa, desde hace décadas en la ciudad de Zaragoza: chantajear a la empresa, y también al Ayuntamiento, con que ellos pueden parar una ciudad hasta que no se acepte lo que piden. Un comité de empresa fuertemente sindicalizado en organizaciones extremistas y anticapitalistas, como la CUT que lideraba (y aún mueve en la sombra de la jubilación) el histórico Javier Anadón.


Publicidad



Publicidad


Unos sindicatos que, ya que estamos, no dejan de amedrentar o atosigar a aquellos trabajadores del autobús urbano que no piensan como ellos. Que ni quieren llevar la huelga hasta un límite irresponsable y que firmarían mañana mismo la propuesta de Avanza de una subida salarial de un 15%. Pero no levantarán la voz, no. Como en los mejores climas extremistas, la disidencia se penaliza y aquí los sindicatos llevan años de experiencia en la técnica de controlar a la gran mayoría de trabajadores. Por ejemplo, para que lo vean claro: ¿saben que está subida de un 15% del salario, hasta los 40.500 euros brutos al año, no llegará a votarse en referéndum como en otras ocasiones? La respuesta es clara: no interesa porque puede que ya haya trabajadores que digan sí al convenio y no a la forma de exigir por parte del Comité.

Esto es lo que hay. Así de claro. Nos usan a todos los ciudadanos para lograr una subida salarial que ya le gustaría a la gran parte de la ciudad tener. Porque, a pesar de la inflación que está en máximos preocupantes, ¿qué empresa ofrece a sus trabajadores un 15% de subida salarial? Porque, para que nos entendamos, este sueldo que podrían cobrar de 40.500 euros brutos está muy por encima del salario medio de la mayoría de los ciudadanos. Y muchísimo más alto que el convenio provincial o que los conductores del autobús de otras ciudades con el mismo sistema de gestión. Vamos, que un poco más y tenemos a una clase media-alta (o burgueses de clase media) llevando cada día en autobús al pueblo humilde y cada día más precario.

Y como no hay solución a corto plazo, la huelga parece enquistada hasta el infinito. Pero al menos ya sabes lo que pasa cuando vuelva a coger el autobús.