En plena crisis del COVID-19, el Ministerio de Educación ha acelerado la tramitación de una nueva ley educativa, la LOMLOE. No acabo de entender la prisa de todo gobierno por meter con calzador su “ley”. Pero ahora, más que nunca, lo encuentro un sin sentido. Desde marzo se ha dibujado un escenario nuevo que ha tambaleado todos los cimientos de la sociedad. ¿No hemos aprendido nada?


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Si el gobierno no se plantea ahora lo que merece la pena aprender, habremos perdido un nuevo tren, haciendo que España vuelva al mundo de las cavernas y perdiendo la posibilidad de contribuir al desarrollo social que exigen los nuevos tiempos.

Cada vez se tiene más la sensación de que la institución educativa va detrás de lo que la sociedad necesita, cuando lo que se espera de ella es lo contrario. No sé hasta que punto esta nueva ley que parece sacada de un sombrero puede dar respuesta a las necesidades reales de nuestros alumnos, de nuestra sociedad, a fecha de hoy, dar luz a una ciudadanía afectada por un virus que ha transformado no sólo el curso escolar sino también nuestras vidas y nuestro futuro. Permítanme desconfiar pero mucho me temo que seguimos tropezando en las mismas piedras.

LUJURÍA

No podemos estar reconstruyendo a base de parches, de siglas y de ideologías, la ley educativa. Desde 2002 con la LOCE, se han ido sucediendo una tras otra; LOE (2006), LOMCE (2013), ahora LOMLOE… Todas sujetas a polémicas, a desarrollos normativos imposibles, cambios curriculares que afectan directamente a las aulas y los alumnos, pero sin el poso y estudio de la mejora real que puede suponer cada una de ellas para una educación de calidad.

GULA

Unido a la aparición de la ley se suma el currículum escolar. Un currículum obeso que necesita de una buena poda. El currículum debe responder a las necesidades del contexto pero, a la vez, que ponga las bases para transformarlo. Me temo que con tan poco tiempo volveremos a la lista de contenidos caducos, inalcanzables, a la fragmentación en numerosas áreas y poco coordinadas, al poco margen para ser contextualizado, a la lista de estándares, unos ambiguos, otros inabarcables y otros tan concretos que rozan el absurdo, a la falta de contenido experimental, de los contenidos transversales o de las soft skills o de las artes…. Un currículo que no parte del aprendizaje competencial aunque luego tengamos que evaluarlo.


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AVARICIA

Hasta que no entendamos que la educación es un bien común, no una propiedad de los partidos políticos, hasta que no escuchemos el clamor social que grita la necesidad de una ley educativa consensuada, que responda a un pacto de estado que de estabilidad y dibuje un futuro prometedor basado en la equidad, igualdad, calidad… será imposible su mejora y salir del agujero que ley tras ley vamos cavando más hondo.

IRA

Lejos de buscar consenso, aparece una ley sin diálogo, sin debate, sin escuchar a los alumnos, a los docentes, a los que están a pie de aula y saben y ven lo que necesitamos. Cada vez que veo “unas nuevas siglas” me suena a revancha de patio de recreo y las redes se llenan de discusiones, enfados… guerras que se alejan de lo verdaderamente importante, voces incapaces de pararse a pensar ¿Por qué y para qué la escuela? ¿Cuáles son los fines de la educación?

«Lejos de buscar consenso, aparece una ley sin diálogo, sin debate, sin escuchar a los alumnos, a los docentes, a los que están a pie de aula y saben y ven lo que necesitamos»

¿Qué tiene que ofrecer hoy la escuela? ¿Qué merece la pena aprender? ¿Cómo aprendemos?… Reflexiones que tras esta pandemia han dibujado nuevas respuestas que se deberían tener en cuenta en cualquier nuevo desarrollo normativo que se tercie.

SOBERBIA

Que me digan cómo lo hacen, de dónde sacan el tiempo y la energía para escribir una nueva ley y todo lo que conlleva en los tiempos que corren. En una crisis sin precedentes en las que se está muriendo tantísima gente, en la que no hemos podido despedir de nuestros seres queridos, en la que la economía está por los suelos, en las que estamos muertos de miedo por lo que está por venir y que ni tan siquiera vislumbramos, sin entrar en todo lo que puede necesitar de tiempo de reflexión una posible vuelta a las aulas…, en esta situación sólo esperamos de nuestros líderes políticos la toma dediciones en esos temas, respuestas que nos ayuden a salir de esta crisis ¿hasta que punto cabría algo más en la mente de un gobernante? De verdad que no se entiende que se estén dedicando a sacar deprisa y corriendo una ley que nace caduca. Es imposible que en este tiempo hayan podido introducir en el borrador LOMLOE lo que está suponiendo de aprendizaje para la educación estos meses de confinamiento.

PEREZA

Qué pereza empezar de nuevo sabiendo que sin este pacto tan deseado volveremos a una nueva ley cada vez que el gobierno cambie de color. Que pereza dedicar la energía a cambiar documentos, programaciones, etc. adecuándola a la nueva ley y no a las cosas importantes que nacen de tener en frente a tu alumno o a lo que nos va a suponer volver a las aulas con la situación actual. Qué pereza los debates y peleas que no llevan a ningún sitio.


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ENVIDIA

Me dan mucha envidia esos países que lo han conseguido, que han superado leyes partidistas y han logrado una estabilidad que permite medir los logros alcanzados, la toma de decisiones para adecuarse de manera rápida a los tiempos que nos tocan vivir, tiempos llenos de ambigüedad e incertidumbre.

Hoy no estoy muy optimista, “el bicho” acabó con parte de mi utopía pero seguiré luchando y gritando por una educación mejor, aquella que parte del alumno, del diálogo y el consenso de todos los implicados en el proceso. Aún estamos a tiempo, no podemos volver atrás pero si que podemos quitar estas piedras del camino y construir juntos un nuevo comienzo que haga un nuevo final.