Confieso que sigo la política menos que el fútbol, incluso cuando pierde el Barcelona. Y que la política nacional me da arcadas. Pero, últimamente, las declaraciones de Arturo Aliaga de que el ADN del PAR no es el de VOX, y no iban a compartir gobierno, me aliviaban.

Conste que servidor es más de derechas que Don Pelayo, pero lo de VOX no es derecha sino populismo  facilón, retrógrado y cateto. Algo difícil de comprender si no fuera por la aparición de los de Podemos y las declaraciones de su amado líder. La lástima es que se nos ha ido la política aragonesa Echenique, cuya ignorancia daba mucho juego.


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Lo mejor de este PAR era que, aunque le costaba y sufría presiones, recuperaba el ADN y abandonaba el tacticismo bielista. Pero no, hemos llegado al final, se podía perder poco ya, y se ha perdido hasta la dignidad por «un plato de lentejas».

Antes de la abstención con quien niega y vitupera la autonomía que se vaya por donde ha venido. Pero quedaba el PSOE que con el ADN del PAR ( hacemos lo que nos da la gana) es compatible, ya lo era con Biel…

Conste que no soy del PAR, uno sólo es Letrado Autonómico, fui Director Jurídico de la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión y de ahí pasé como socio y, luego, consejero, de Cuatrecasas.

No me consta que figure como gánster en ningún sitio, aunque, con la enfermedad neurodegenerativa que tengo, igual sería mejor y tendría más pasta. Conste que lelo para decir lo que me dé la gana no estoy todavía, cuando diga lo que sea políticamente correcto que me ingresen.


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Ya vale de oír chorradas de gente necia que habla sin saber, hemos trabajado mucho para que ahora vuelva a surgir el debate derechas-izquierdas.

El debate debería ser sobre la capacidad y los principios. Primero hay que distinguir si el candidato sabe ‘oír si llueve’ y luego si se ha vendido alguna vez y por qué. Parece que el PAR de Arturo Aliaga se vende, como el de Biel, dado que muchos reclaman sus servicios y, pese a todo, se vende, incluso, por mucho menos.

Lo del PAR es una pena, es una historia de lo que pudo haber sido y no fue. El fin del aragonesismo de derechas, dado que como centro es “el centro innecesario”.