En nuestros propios gastos personales, con nuestro propio dinero, tomamos las decisiones con cautela y siempre pensando en lo que puede venir. Sin embargo, los gobernantes o las administraciones públicas juzgamos si el gasto público ha sido bueno o malo, por la cuantía de este, no por sus resultados. Si se ha gastado mucho, se ha hecho bien, si se ha gastado poco, mal. Si el objetivo de dicho gasto se cumple es irrelevante. Este ejemplo se ve cada día en la sanidad pública aragonesa y en las soflamas de quienes nos gobiernan.

Desde hace meses el gobierno de Aragón insiste en que a día de hoy se tiene el mayor presupuesto de la historia en Sanidad, lo cual debería ser suficiente a ojos del político pero no es así. La sanidad aragonesa está entre los peores índices a nivel nacional y las listas de espera son de las más abultadas de las comunidades autónomas. Un ejemplo práctico: el recorte del 50% en los días de atención sanitaria en el municipio de Cucalón, que se han quedado con un solo día de consulta médica a la semana.

Como siempre, los autodenominados defensores de la sanidad pública se pasan la vida exigiendo mayores presupuestos públicos en sanidad, así como atacando a los escasos gobernantes que osan como mucho contener dichos gastos. Y ahí está el problema: cuando los políticos y la opinión pública relaciona más gasto a mejor gestión o un mejor servicio. Y la evidencia en la sanidad aragonesa nos demuestra que es una falacia que sólo es creída por los gestores de lo público.

Madrid, con Isabel Diaz Ayuso como líder, es a ojos de parte de la opinión pública como la comunidad peor gestionada y donde los recortes son abultadísimos. Sin embargo, para desgracia de algunos, es la última autonomía en inversión per cápita en sanidad pública pero es la segunda comunidad con mejor calidad sanitaria, según los usuarios madrileños.

Por la cola en calidad sanitaria por el contrario, encontramos a Aragón junto a Cataluña, Cantabria y Extremadura. Las cuatro comunidades autónomas gobernadas por aquellos que se rasgan las vestiduras por la defensa de la Sanidad y los recortes de la derecha.

Puesto que los datos vencen al relato, únicamente se puede concluir que es un absurdo analizar cualquier medida o presupuesto por su tamaño. Lo primordial es ver si se han cumplido sus objetivos y habiéndose cumplido estos, cuanto menos se haya gastado mejor, más eficiente. Queda demostrado, lo importante no es gastar mucho, es gastar bien. O lo que es lo mismo: lo importante no es tener el mayor presupuesto de la historia de Aragón en Sanidad, es saber gestionarlo bien y con eficacia.