Este fin de semana se realizó una charla, en el centro cívico Río Ebro, de las madres de los agresores de dos guardias civiles, y sus parejas, en la localidad navarra de Alsasua.

No deseo entrar a valorar la charla, el motivo, la oportunidad ni el apoyo recibido por el actual equipo de Gobierno de Zaragoza, estas cuestiones ya han sido trasladadas a la opinión pública zaragozana durante el fin de semana.


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Lo que me llamó la atención en 2016 cuando se produjeron los hechos fue el eufemismo acuñado por el entorno abertzale, asimilado también por Podemos y sus confluencias; “ha sido una pelea de bar”.

¿Qué entendemos por “pelea de bar”? ¿Qué imagen mental se genera al oír el término?

Personalmente, me recuerda la típica escena de película de Bud Spencer y Terence Hill, donde una marabunta se enfrentaba con ellos a mamporros por motivos poco serios y en un trasfondo cómico, al rato todos bebían como amigos. La idea banaliza una situación muy peligrosa para el que se ve en vuelto en ella.

Otra imagen que evoca en mi memoria es la de dos grupos de jóvenes en un bar de copas, en una situación de fuerza equilibrada, con miembros hiperventilados en ambos bloques, dispuestos a responder al más mínimo roce.

Salta la chispa y vuelan los golpes, las sillas, las botellas y lo que se cruce. La idea es que todos son igual de violentos y responsables en la trifulca, los moratones y las lesiones son merecidos para todos por igual.


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El caso es que dos guardias civiles, y sus parejas, fueron apaleados por una veintena de personas en el interior de un pub en la localidad navarra.

El informe de la policía foral indica que al llegar al lugar de los hechos una veintena de personas rodeaban a las dos parejas la madrugada del 15 de octubre de 2016.

Los agentes declararon ante el juez que lo ocurrido aquel día no fue una pelea, sino que “fue claramente una paliza”, y que al llegar al bar se encontraron “a unas cuarenta personas” en la calle.

A este suceso lo llaman pelea de bar sin inmutarse. Utilizan el término, en este caso, como todo un eufemismo para restar importancia a las agresiones, insultos y amenazas sufridas, además de diluir la autoría de los hechos entre agresores y víctimas, equiparando a ambas.


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Aquella noche dos jóvenes recibieron una paliza por ser guardias civiles, dos mujeres sufrieron una deleznable agresión por mantener una relación sentimental con éstos y a todos ellos les impidieron ejercer el derecho más preciado en democracia, la Libertad.