No es la primera vez que escribo sobre nuestro “despiste ideológico”, la confusión de términos políticos con que nos bombardean y la colocación interesada de etiquetas absurdas y falsas a unos partidos y otros.

En los que incurren unos contra otros y participan los medios de comunicación. Pero sigo insistiendo en el tema en mi esfuerzo porque el lector analice los hechos, solo los hechos, y los contraste con lo que le cuentan.


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Preguntaba yo en un artículo anterior por los rasgos que definen a la ultraderecha: insolidaridad, xenofobia, supremacismo, el reconocimiento del carácter instrumental de la violencia, la manipulación de los contenidos académicos…

Cualquiera que analice de forma imparcial y desapasionada quién presenta esos rasgos, comprobará, no sé si con poco o mucho asombro, que son precisamente nuestros partidos nacionalistas quienes presentan todos y cada uno de esos rasgos definitorios, y no quienes nos dicen que son de ultraderecha y no presentan ninguno de ellos.

Irrumpe en el panorama político español un partido, VOX, estigmatizado con todos los improperios que puedan imaginarse: el último grave, en boca de Susana Díaz, que dice que se trata de un partido que justifica la violencia contra las mujeres. Así, sin cortarse un pelo. Un calentón imprudente, sin duda, que justifica la más que merecida querella de los insultados. ¿Es VOX un partido de ultraderecha? ¿Es un partido fascista?

VOX ha estado colaborando con la plataforma ‘Hablamos Español’ en la recogida de firmas para la presentación de una Iniciativa Legislativa Popular de una Ley de Libertad de Elección Lingüística; una iniciativa frustrada porque esta vez no se ha alcanzado, por poco, la cifra del medio millón de firmas necesarias, pero que sin duda volverá a intentarse en la próxima legislatura y que muy posiblemente sea presentada por VOX si obtiene representación parlamentaria.


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Una iniciativa que ya ha recibido las críticas de los partidos nacionalistas y de la izquierda española, PSOE y Podemos, quienes justifican y apoyan las políticas de inmersión lingüística.

«Son precisamente nuestros partidos nacionalistas quienes presentan todos y cada uno de los rasgos definitorios de partidos fascistas»

Pues bien, un partido que apoya la libertad de elección lingüística -de modo similar a otros países europeos donde coexisten varias lenguas oficiales o de amplio uso entre su población– es tachado de ultraderechista, mientras que quienes justifican políticas de imposición lingüística, que vulneran derechos civiles -el derecho reconocido por la UNESCO a que los niños sean educados en su lengua materna- y que no tienen equivalente en Europa, son los que se autodefinen como demócratas y, pasmo sobreañadido, «progresistas».

Esta reflexión podría complementarse con algunas preguntas que dejo al lector la libertad de responderse: ¿qué político español reventó una conferencia de Rosa Díez?, ¿de qué partido son esos políticos que interrumpen celebraciones religiosas?, ¿de qué partido político son esos militantes que protagonizan escraches y actos de intimidación y acoso en los domicilios de otros políticos?, ¿de qué partido es aquel cafre que fue condenado por agresión a una trabajadora, mientras participaba en un piquete violento?


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¿No son todas esas formas de violencia política propias de partidos fascistas? ¿Qué partido político apoya, colabora o asesora a dictaduras teocráticas o comunistas, y se ha financiado de ellas? Y finalmente, ¿en qué partidos se ha estado apoyando Pedro Sánchez para mantenerse en el Gobierno?

*Julio Calvo es afiliado a VOX Zaragoza