Algo cambió en Fago aquella noche de enero de 2007. Aquel crimen, como ha pasado en otros municipios españoles como Polop, en Alicante, y Llanes, en Asturias, dejó marcada a esta localidad y como dicen los vecinos, «la puso en el mapa».

Tras la violenta muerte de Miguel Grima, el bastón de mando que ostentaba lo cogió Enrique Barcos, por aquel entonces teniente de alcalde de la localidad. Han pasado 16 años y no lo ha soltado. Primero representando al Partido Popular, luego al PAR y ahora, en las últimas elecciones municipales del pasado 28 de mayo, por Chunta Aragonesista.

Con una novedad, este año ha tenido competidor; José Tomás Burguete encabezaba otra lista por el PSOE. Sin embargo y por mayoría ha vuelto a ganar Barcos, a quien no parecen importarle las siglas. «Siempre pasa en pueblos pequeños. Nos interesa más quien es el alcalde que de qué partido es», recalca un vecino.

Si en 2019, Enrique Barcos tuvo 15 votos como lista única, con 5 abstenciones y ningún voto nulo ni en blanco, en estos últimos comicios municipales poco ha variado el mapa político. Se ha llevado el 73% de los votos con 19 votos mientras su rival, primera vez que alguien se presenta para hacerle sombra desde el crimen, no ha conseguido ni un voto a favor. Siete abstenciones, un voto nulo y dos en blanco completan el panorama electoral de este pueblo marcado por la tragedia.

Esta pequeña localidad, en el extremo occidental de la comarca pirenaica de la Jacetania, fronteriza ya con tierras navarras, que ha perdido 10 personas empadronadas parece estar desapareciendo. En sus calles apenas se ven vecinos; cuesta encontrarse con alguien. «Aquí también se va la gente; cada vez hay más casas vacías», dice algún vecino.

Hay algún otro que explica que lo que hay es gente nueva que han dado el relevo a otras que se fueron tras el crimen de Miguel Grima y por el que desde entonces hay un vecino en prisión, Santiago Mainar. «Eran amigos; de hecho Grima vino a Fago por Mainar, y ambos de Zaragoza. Después se enemistaron y yaPasó lo que pasó y todos nos quedamos de piedra», relata un vecino que prefiere mantenerse en el anonimato.

Porque si hay algo en Fago es pocos vecinos y casi todos anónimos. Entre ellos Celia Estalrich, viuda de Grima, que por circunstancias que ni siquiera sus vecinos nos pueden aclarar, sigue viviendo en Fago, tras el asesinato de su marido.

Una mujer que durante la investigación de la Guardia Civil hizo una lista de posibles sospechosos, enemigos acérrimos de su marido, y en esa lista nunca estuvo el que fuera su amigo y a la postre, único acusado del crimen, Santiago Mainar.

LOS RESCOLDOS DEL FUEGO

Será el 17 de junio cuando, una vez más, Enrique Barcos, y esta vez bajo la batuta de Chunta Aragonesista, tome de nuevo el mando de una localidad que, a pesar del paso del tiempo, no parece levantar cabeza.

Donde el silencio en una máxima que impera en las calles empedradas. Donde antes por lo menos se podían ver gatos y ahora, ni eso. «Es que de aquel fuego, 16 años después, todavía quedan rescoldos», dice una vecina. Aquí, insisten, se conocen todos y todos conocían a Mainar y Grima.

Aquel crimen marcó políticamente un pueblo que ya es parte de la historia negra de España y que sigue avalando políticamente a quien fuera la mano derecha del edil asesinado. Sea como fuere, desde hace 16 años siempre se vota al mismo y se hace en silencio.