Es tan antigua como las leyendas de gestas medievales que recuerdan los libros de historia. Pero su presencia está más viva que nunca en pleno año 2021 tras sufrir guerras, epidemias o incluso intentos de derribar su actividad.


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La Hermandad de la Sangre de Cristo, una cofradía zaragozana fundada en 1280 que se dedica al levantamiento y acompañamiento de cadáveres, sigue siendo un pilar esencial de la capital aragonesa.

Esta institución medieval lleva ejerciendo su labor más de 740 años sin ningún día festivo. No hay monjes, cierto. Es la gente corriente que podrías cruzarte en un supermercado o en el mismo ascensor.

Sin cobrar ni un sólo euro, se dedican en cuerpo y alma en el consuelo de una familia que ha perdido alguien querido mientras levantan el cadáver tras una muerte inesperada. Son el último acompañamiento del fallecido en su camino a lo que hay más allá. 


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Hasta en plena pandemia del COVID19. Durante el pasado año 2020, y donde la situación sanitaria ha sido tan compleja por los miles de fallecidos y las restricciones a la cotidianidad, la Hermandad de la Sangre de Cristo ha levantado un total de 504 cadáveres.

Su operativa es siempre la misma. Reciben la llamada del juzgado de guardia con las instrucciones, acuden en el furgón de la hermandad junto a un chófer y un camillero. En pandemia, claro está, las precauciones han sido extremas hasta el punto de llevar cada uno de los miembros de la Cofradía un EPI para realizar el servicio.

En su 736 años de historia, los hermanos de la Sangre de Cristo las han visto de todos los colores. Han sobrellevado epidemias -incluida la del coronavirus- e incluso han acompañado a reos al cadalso para luego recoger sus cuerpos. Más de mil años de historia pero aún han tenido que vivir una epidemia insólita que afecta a todo el mundo. Su huella es parte de la historia de Zaragoza.