La casa de Aitana en un pueblo de Madrid, por dentro: sofás verde oliva, fachada de hormigón...

La propia artista ha detallado su situación patrimonial sin rodeos: sus casas, propiedades...

Aitana Ocaña no solo llena estadios y listas de éxitos. A sus 25 años, la artista catalana ha construido también un pequeño imperio inmobiliario: es propietaria de cuatro viviendas, dos de ellas destinadas al alquiler y otras dos como residencias propias, una en Madrid y otra en Miami. Pero detrás de esa imagen de éxito y estabilidad económica, la cantante ha decidido contar algo más incómodo: su depresión y el desconcierto que le produjo no encontrarle una explicación “racional” a su tristeza.

En las entrevistas concedidas con motivo del estreno de su documental Metamorfosis, Aitana ha explicado que le costó aceptar el diagnóstico: no entendía cómo podía sentirse tan mal cuando tenía salud, trabajo, familia, “y hasta una casa pagada en la que vivir”. Ese contraste entre éxito y vacío emocional vertebra parte de su relato público reciente.

Cuatro casas y cero ganas de especular

La propia artista ha detallado su situación patrimonial sin rodeos: una casa unifamiliar en la urbanización de Ciudalcampo (Madrid), su hogar principal, una vivienda en Miami, adquirida este verano por alrededor de 1,5 millones de euros, en un barrio familiar cercano al estudio donde ha trabajado su nuevo disco, otras dos propiedades que tiene alquiladas, según ella misma, “a buen precio”, porque asegura no querer especular con la vivienda.

Aitana subraya que se siente “muy afortunada” por haber alcanzado esa estabilidad económica tan joven, pero insiste en que eso no la ha blindado frente a la depresión. Más bien al contrario: ese choque entre la expectativa de felicidad asociada al éxito y la realidad de su malestar la hizo sentirse aún más incomprendida.

De la Dehesa de la Villa a una urbanización blindada

Su actual casa en Madrid es el resultado de una huida hacia la seguridad. Al iniciar su carrera tras Operación Triunfo, Aitana compró una primera vivienda en una zona residencial cercana a la Dehesa de la Villa. Por entonces mantenía una relación con el actor Miguel Bernardeau y se instaló en una casa unifamiliar muy próxima a la de Ana Duato.

Con la ruptura y el auge de su fama, la localización de aquel chalet se filtró. Los paparazzi empezaron a apostarse de forma diaria en la puerta y la cantante comenzó a sentirse observada y vulnerable. Esa presión mediática fue determinante: decidió vender la propiedad y mudarse a una urbanización más alejada del centro y con seguridad privada.

Ciudalcampo: hormigón visto, estudio propio y hasta “mini discoteca”

Su nuevo hogar se encuentra en Ciudalcampo, una exclusiva urbanización entre San Sebastián de los Reyes y Colmenar Viejo donde residen otros rostros conocidos. El chalet, valorado en unos 800.000 euros más reforma, se levanta sobre una parcela de 2.500 metros cuadrados y se distribuye en tres plantas.

La fachada, de hormigón visto, y los grandes ventanales abiertos al jardín marcan la estética de la vivienda. En el exterior, Aitana disfruta de un amplio jardín con piscina, donde sus perras Sopa y Olivia campan a sus anchas. Dentro, además de las zonas de día, la artista ha habilitado un estudio de grabación propio y una pequeña zona tipo “discoteca” para ensayos, sesiones creativas o reuniones con amigos.

El salón combina paredes blancas con dos sofás verde oliva, una mesa de mármol negro y una gran alfombra clara. Sobre una de las paredes cuelga una pieza de la artista Miranda Makaroff, Pamplemousse, convertida ya en uno de los elementos más reconocibles de su decoración. En la planta superior se encuentra su dormitorio, de tonalidades más sobrias, con cabecero de mimbre y textiles sencillos, escenario habitual de algunos de los vídeos íntimos que comparte en redes.

La cantante ha explicado que, cuando siente que la siguen coches de prensa, pide al servicio de seguridad de la urbanización que la escolte hasta la puerta de casa. La vivienda se ha convertido así en refugio emocional, pero también en símbolo de ese éxito que a veces, como ella misma ha reconocido, no basta para apagar la tristeza.

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