El bar que parece un museo del Real Zaragoza remonta y se cuela en la final de la Liga de la Tortilla
Hay bares que se viven como parte de la ciudad. La Romareda, en la calle Tomás Bretón, es uno de esos lugares imprescindibles para entender Zaragoza: un bar tradicional, con sabor a barrio, con barra repleta de tapas y vinagrillos, y con un ADN zaragocista tan intenso que muchos lo definen como “un verdadero museo zaragocista”.
Ahora, además, acaba de lograr lo que nunca había conseguido: clasificarse para la final de la VII Liga de la Tortilla tras imponerse con un contundente 5-2 a La Bocca.
Un bar que es parte de la vida zaragozana
La Romareda es uno de esos bares que forman parte de la ruta obligada de cualquier amante del vermú y de la gastronomía clásica de la ciudad. Con un ambiente acogedor y una barra que siempre está viva, ofrece gildas, papas, raciones, empanadillas, pinchos de tortilla, salmueras, madejas, jamón, embutidos, quesos, croquetas, carrilleras y una larguísima lista de tapas que destacan por su sabor y su variedad. Todo ello acompañado de un servicio amable, rápido y tremendamente cercano.
Uno de sus grandes reclamos es su vermut casero de grifo, una tradición de las de antes: en vaso con hielo, con o sin limón, o en copa con naranja y una aceituna dentro. A veces, con un toque de sifón. Acompañado, como manda la costumbre, de boquerones, mejillones, patatas fritas o banderillas. Un ritual zaragozano en toda regla.
La Romareda: cuando el fútbol y la hostelería se mezclan
Su nombre no es casual. El bar está a menos de 15 minutos andando del antiguo estadio del Real Zaragoza, y eso marca su esencia. En el interior, cada rincón respira historia: fotos de jugadores legendarios, imágenes de partidos míticos, recuerdos que llenan las paredes de blanco y azul. El día de partido, el ambiente es sencillamente espectacular: un punto de encuentro natural para los aficionados que quieren “calentar motores” antes de ir al campo o continuar celebrando después.
Ese espíritu de afición, de entrega y de energía también se refleja en la competición gastronómica que disputan cada año: la Liga de la Tortilla de Zaragoza.
Un equipo que nunca pasó de la primera ronda hasta ahora
La organización recuerda que La Romareda ha participado en todas las ediciones de la Liga, pero jamás había conseguido superar la primera ronda.
Su enfrentamiento en cuartos fue contra La Bocca, que llegó al duelo con confianza tras superar los octavos. Pero La Romareda salió al ataque desde el primer minuto. “Como aquel Real Zaragoza que ganó la Recopa”, dice literalmente la nota de prensa. Un juego valiente, arriesgado, con ansia de ver “vibrar la red”.
Y lo lograron: un clarísimo 5-2 que les aseguró su presencia en la Final Four. La organización atribuye su éxito al “afán por el triunfo” y a un “buen análisis del juego del contrario”, cualidades que compensaron años de quedarse fuera a la primera.
Un finalista con esencia de barrio y alma zaragocista
La Romareda es, en esencia, Zaragoza pura: tapas de siempre, vermú clásico, ambiente cercano, barra llena y una enorme identidad blanquilla. Es el bar donde se va a tomar algo con amigos, donde se comentan jugadas, donde se viven los partidos y donde, ahora, también se celebra que su pincho de tortilla ha alcanzado la final más importante del año.
Por primera vez, el bar-museo del zaragocismo está entre los cuatro mejores. Y lo hace con la fuerza del que juega en casa, con la energía de su afición y con la emoción de un equipo que ha convertido su tortilla en una jugada perfecta.