Zaragoza y su patrimonio hostelero: las tabernas centenarias que siguen en pie
Entre las calles del Coso, El Tubo y las Delicias, tabernas como Casa Lac, Bodega Almau, Casa Paricio o Casa Agustín mantienen viva la tradición hostelera de Zaragoza y su legado más popular.
Zaragoza conserva en su casco histórico algunos de los bares y tabernas más antiguos de España, auténticos testigos de su vida social y gastronómica. En calles como el Coso, El Tubo o la plaza Santa Marta, sobreviven locales que han resistido el paso de los años sin perder su esencia. Casa Lac, Antigua Casa Paricio, Casa Agustín y Bodegas Almau son algunos de esos nombres que siguen definiendo el alma popular de la ciudad.
Estos establecimientos representan algo más que un punto de encuentro: son parte del patrimonio inmaterial de Zaragoza. Su historia está ligada a la evolución de la ciudad y al carácter de sus vecinos. Frente a las modas pasajeras y la homogeneización del ocio, estas tabernas mantienen viva una manera tradicional de reunirse, charlar y disfrutar de la gastronomía local.
CASA LAC: LA DECANA DE ZARAGOZA
Fundada en 1825, Casa Lac es considerada el restaurante más antiguo de Zaragoza y uno de los más antiguos de España. Situado en el Tubo, este histórico establecimiento comenzó como una casa de comidas familiar y evolucionó hasta convertirse en un referente gastronómico. A lo largo de sus casi dos siglos de historia ha sabido combinar la cocina tradicional con la innovación, manteniendo su esencia de producto de proximidad y recetas aragonesas.
Hoy, bajo una gestión renovada, Casa Lac sigue apostando por la cocina de mercado y por una filosofía basada en el respeto al producto y a las raíces culinarias de Aragón. Su comedor conserva el encanto clásico de antaño, con suelos hidráulicos, maderas nobles y un ambiente acogedor que ha sido testigo de incontables celebraciones y encuentros familiares.
ANTIGUA CASA PARICIO: EL REINO DEL VERMÚ
En el Coso Bajo, la Antigua Casa Paricio lleva sirviendo vermú desde 1928. Su interior conserva el aspecto de los antiguos despachos de vino: barriles, sifones, mostradores de madera y carteles históricos. Su vermú casero, acompañado de anchoas, aceitunas o conservas, es un clásico que atrae cada fin de semana a decenas de zaragozanos y visitantes.
El local, pequeño y siempre animado, mantiene intacto el ambiente familiar que lo ha convertido en uno de los imprescindibles del aperitivo zaragozano. En un espacio de apenas unos metros cuadrados, se mezclan generaciones enteras que repiten un mismo ritual: el vermú al mediodía, sin prisa y con charla.
CASA AGUSTÍN: MÁS DE UN SIGLO DE HISTORIA
Con más de 120 años de historia, Casa Agustín se ha ganado un lugar especial entre las tascas más queridas de Zaragoza. Situada en calle Jorge Jordana, en las Delicias, ha sobrevivido al paso del tiempo gracias a su oferta sencilla y honesta: tapas caseras, vino y trato cercano. En su barra, las bravas, los huevos con gamba o el chorizo al vino siguen siendo protagonistas de un recetario que ha pasado de padres a hijos.
El local conserva su estética original, con suelos antiguos y una decoración sin artificios. Para muchos vecinos, es un punto de encuentro más que un bar: un lugar donde las historias se repiten y la familiaridad es parte del servicio.
BODEGAS ALMAU: EL CORAZÓN DEL TUBO
En pleno Tubo, Bodegas Almau, fundada en 1870, es otra de las joyas históricas de la hostelería zaragozana. Su historia comenzó como una bodega tradicional y, con el paso de los años, se transformó en uno de los referentes del tapeo local. Sus vinagrillos, anchoas, croquetas y vinos a granel mantienen un público fiel que valora su autenticidad.
El local combina la esencia de las bodegas de antaño con un ambiente siempre animado, especialmente los fines de semana. Su terraza en la plaza Santa Marta se ha convertido en una parada obligada para quienes buscan un rincón con historia en pleno centro.
EL VALOR DE LA AUTENTICIDAD
Tabernas como Casa Lac, Casa Paricio, Casa Agustín o Bodegas Almau no solo son parte del paisaje urbano: son símbolos vivos de la identidad zaragozana. En sus barras se mezclan generaciones, tradiciones y formas de vida que han dado forma al carácter de la ciudad.
Más allá de la gastronomía, representan una manera de entender el tiempo y la sociabilidad. En ellas, la conversación sigue siendo tan importante como el vino o las tapas. Son, en definitiva, espacios donde Zaragoza mantiene su esencia más auténtica y donde el pasado y el presente conviven cada día frente a una barra.

